miércoles, 17 de diciembre de 2014

Siete reglas de oro para vivir una sexualidad sana y satisfactoria.

No sabemos cuánto tiempo le dedicamos diariamente, a pensar, sentir, hablar y mantener comportamientos y acciones eróticas al cabo del día, por más famosas que se hayan hecho este tipo de investigaciones, que por la naturaleza de las mismas, dejan bastante que desear en cuanto a lo rigurosamente científicas que puedan llegar a ser. Lo que sí es cierto es que pensemos  mucho, poco o demasiado, lo importante no es la cantidad de tiempo que le dediquemos a la sexualidad sino la calidad de esos momentos.


La sexualidad es una parte inherente de nuestra personalidad, pues la vivimos desde lo más profundo de nuestro ser, formando parte de ella. Desfasadas teorías han expresado que, al ser la personalidad un elemento tan estable, es imposible de modificar, sin embargo, podemos cambiar pensamientos y comportamientos eróticos a través del aprendizaje y la educación, si le ponemos, a este deseo de cambio, una dosis de motivación y entusiasmo. Por lo tanto, podemos mejorar, siempre que nos lo propongamos, nuestra forma de vivir y experimentar la sexualidad, aprendiendo unas pautas o reglas que nos pueden ayudar en dicho cometido.

¿Cuáles son estas pautas básicas que nos ayudarán a vivir una sexualidad sana y satisfactoria? A continuación exponemos las siete reglas básicas para conseguirlo:

  1. Primera regla: Conócete a ti mismo.
La primera regla está basada en el aforismo griego de “conocerse a uno mismo”. El día a día puede ser muy estresante y quizás no hayas tenido tiempo de ponerte a pensar en ti mismo.  Solo tienes que detener, por unos minutos, el tiempo, relajarte, tumbarte y pensar en lo que te gusta, pues si tu no conoces tus preferencias, va a ser muy difícil que los demás puedan conocerlas, ya que, la ciencia infusa solo funciona con los seres humanos muy creyentes y a veces Dios parece estar muy callado, por lo que, quizás, no pueda ayudar a las personas que desean hacerte un poco más feliz. Explora tu mundo interior, investiga tu cuerpo, tus preferencias eróticas, descúbrete y comprobarás que cinco minutos contigo mismo/a pueden ser los minutos más maravillosos de un largo día. Descubrir tus preferencias eróticas y tus prioridades es el primer paso para ayudarte a ti y a la persona con la que deseas compartir tu sexualidad a encontrar el camino del erotismo más satisfactorio. 

  1. Segunda regla: Conoce tu mapa erótico.
El erotismo, al que dejamos fluir a través del cuerpo, se conoce como mapa erótico. Este se compone de las coordenadas erógenas de nuestra piel, todos aquellos puntos sensibles que nos hacen  flotar y elevarnos hacia el hedonismo más sano y placentero. Indaga sobre tu propio cuerpo y deja que el otro explore tus puntos sensibles, que conquiste todas las colinas de tu piel y elimine las fronteras del miedo hacia el goce personal. Déjate conquistar, pues, en esta usurpación consentida de tu cuerpo, sois ambos los que os enriquecéis. El conocimiento de nuestra piel nos hace más libres, más sanos y felices. Te damos una pista de donde se hayan estos puntos, pero tenla solo como un soporte orientativo, pues lo ideal es averiguarlo con la persona elegida, ya que cada mapa erótico corresponde a un mundo único e idiosincrásico: orejas, hombros, zona axilar, senos femeninos y pezones masculinos, cintura, articulación del codo, monte de Venus, clítoris, labios mayores y menores, manos, boca, nuca, cuello,  pene, escroto, perineo y muslos.

  1. Tercera regla: Cultivar la erotofilia.
Entendemos por erotofilia[1] a la actitud positiva que mantenemos hacia todo lo erótico y sexual, no teniendo sentimientos de culpa, ni rechazando dichos comportamientos, por lo que, una persona erotofílica puede mantener conversaciones sobre sexualidad sin sentirse avergonzado o ridículo por ello. En el otro extremo hayamos a la erotofobia: actitud negativa hacia lo sexual y erótico, la persona erotofóbica se niega a hablar de estas cuestiones y mantiene sentimientos de culpabilidad ante ello. Estas personas no disfrutan plenamente de su sexualidad pues el sentimiento de culpa, la negación de  conocerse a sí mismos o de dejarse conocer es tan grande que viven con mucha ansiedad su erotismo, apareciendo disfunciones sexuales como: vaginismo, dispareunia, disfunción eréctil, etc. Todos nos movemos en un baremo graduado entre ambos extremos, cuanto más tendamos hacia la erotofilia mayor probabilidad obtendremos de poseer una vida sexual satisfactoria y saludable. Una actitud erotofílica se consigue, en gran medida, abriéndose camino hacia  las dos primeras reglas mencionadas: conociéndonos más a nosotros mismos y explorando nuestro mapa erótico.

  1. Cuarta regla: Cultiva tu autoestima sexual.
La autoestima sexual[2] es la valoración positiva o negativa, de aceptación o rechazo de nuestro cuerpo, desempeño e intimidad sexual. Está basada en experiencias previas, creencias, valores y aprendizajes vividos al respecto, por el cual nos sentimos bien o mal cuando pensamos en nosotros como referente erótico. Como todo tipo de autoestima que se precie, ha de cultivarse para mantenerla equilibrada y así poder vivir en paz con nuestro cuerpo y deseo sexual. Debemos buscar experiencias placenteras para reforzarla. Si nos sentimos a gusto con nuestro cuerpo, no nos provocará ningún miedo o ansiedad mostrarlo y explorarlo o dejar que lo exploren para encontrar nuestro mapa erótico. Si nos sentimos bien con nuestro desempeño sexual, no mantendremos conductas ansiógenas a la hora de aproximarnos a una relación erótica, pues nos veremos cualificados para llevarla a cabo satisfactoriamente. La autoestima sexual es clave para vivir relajados ante la sexualidad y el erotismo.


  1. Quinta regla: practica el egoísmo funcional.
Esta será la primera vez que la palabra egoísmo no vaya cargada de connotaciones negativas. Hablamos de egoísmo funcional cuando, al mantener una relación erótica, nos centramos en el placer que nos produce internamente, dejándonos abandonar por él. Nos centramos en nosotros mismos, con lo que nuestra excitación se eleva, promoviendo, a su vez, que la excitación y el deseo de la otra persona aumente, al vernos en este estado efervescente. Esta regla está enfocada sobre todo a las personas, que, al centrarse tanto en el placer de su pareja, pierden el rumbo de su propia erótica olvidando su propio estado y promoviendo, incluso, que la relación sexual se convierta en un acto mecánico, en el que se desea que el otro llegue al orgasmo cuanto antes. La finalidad de esta actitud errónea es la de sentirse gratificado por el buen desempeño al provocar el orgasmo en el otro, dejando a un lado las propias sensaciones y disfrute. A medio o largo plazo mantener esta actitud de entrega completa al otro, para no sentirse mal valorado, puede acarrear problemas en el deseo y la función sexual. No está de más dejarse abandonar por las sensaciones que el otro/a nos brinda, pues con ellas alcanzaremos puntos de excitabilidad tan enaltecidos que conseguiremos elevar la temperatura de la persona con la que estamos jugando. El autodisfrute no ha de ser censurable.

  1. Sexta regla: Comunícate con asertividad.
La comunicación productiva y positiva es la regla primordial para conocer al otro y darnos a conocer. Cada cuerpo es un mundo, cada mente un misterio, por lo que creer que el otro, por el hecho de ser nuestra pareja, ha de saber todo lo qué  nos gusta y cómo nos gusta, es uno de los mayores errores que podemos cometer y que mayor frustración va a provocar en ambos. Como ya hemos explorado la primera y segunda regla, estamos en disposición de mostrar al otro qué nos hace felices sexualmente, siendo capaces también de mantener una escucha activa sobre lo que al otro le interesa y le place. Las reglas fundamentales para la comunicación positiva de nuestros anhelos eróticos pasan por: mantener una actitud empática, no burlarnos de los deseos del otro, crear un clima de confianza para que nuestra pareja pueda soltarse, perder el miedo a exponer sus preferencias y ser flexibles y razonables.

  1. Séptima regla: Protege tus derechos sexuales.
 Somos dueños y responsables de nuestra sexualidad, hemos de saber que tenemos unos derechos que nos protegen y amparan. Estos derechos sexuales son derechos universales basados en la igualdad, dignidad y libertad. La declaración se redactó en Valencia con el nombre de: “Declaración Universal de los Derechos Sexuales o Declaración de València (XIII Congreso Mundial de Sexología, 1997; València (España)[3]”. Estos son los siguientes:

1. El Derecho a la Libertad Sexual.
2. El Derecho a la Autonomía Sexual, Integridad Sexual y Seguridad del Cuerpo Sexual.
3. El Derecho a la Privacidad Sexual.
4. El Derecho a la Equidad Sexual.
5. El Derecho al Placer Sexual.
6. El Derecho a la Expresión Sexual Emocional.
7. El Derecho a la Libre Asociación Sexual.
8. El Derecho a Hacer Opciones Reproductivas, Libres y Responsables.
9. El Derecho a Información Basada en el Conocimiento Científico.
10. El Derecho a la Educación Sexual Comprensiva.
11. El Derecho al Cuidado de la Salud Sexual.

Cada uno de  nosotros es responsable de su propia satisfacción y felicidad erótica, no dependemos de nadie para ser autodidactas en nuestro descubrimiento sexual. Jugar individual o colectivamente son dos maneras de disfrutar del placer de nuestros cuerpos igual de válidas y saludables. Cada uno pone el acento en la cantidad y calidad de la erótica que desea en su vida, pues hemos de ser los dueños de nuestra propia felicidad.


[2] Para saber más sobre autoestima sexual acudir a: http://jalomanda.blogspot.com.es/2014/09/que-es-la-autoestima-sexual.html
[3] Para saber más sobre los Derechos Sexuales acudir a: http://www.fess.org.es/derechos-sexuales.php

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Perdiendo la virginidad: ¿Sin penetración no hay sexo? Relaciones eróticas.

Antes o después, a lo largo de tu vida tendrás que responder a una clásica pregunta que se hacen los seres humanos cuando “hablan de sexo”: ¿a qué edad perdiste la virginidad? Esta pregunta que a priori parece de respuesta sencilla desde el punto de vista de las relaciones sexuales, puede no tener una sola respuesta desde la visión de las relaciones eróticas. Me explicaré.


La sexualidad humana va más allá de la mera genitalidad, todo nuestro cuerpo es sexuado y está preparado para albergar y producir placer. El sexo es la manifestación de nuestros órganos genitales, siendo la parte que compartimos con el resto de la mayoría de especies animales. La sexualidad es un elemento puramente humano, forma parte de nuestro ser, nos abraza y conforma, somos parte de ella y ella es parte de nosotros, es indivisible. No hay un solo tipo de sexualidad como no hay un solo tipo de persona, cada uno de nosotros, vive, siente, disfruta, y piensa en sexualidad de forma diferente, por ello hablamos de sexualidades, para denotar esta necesaria e inevitable diversidad humana y sexual.

La erótica es la manifestación de  cómo vivimos nuestra sexualidad, como la llevamos a la práctica, como nos deslizamos por ella, nuestras conductas, afectos y vivencias. Abarca todo el amplio mapa erótico que envuelve nuestro cuerpo, se aposenta en cada neurona del sistema nervioso central, por ello lo que mantenemos con nosotros mismos o con la persona a la que damos permiso para acercarse, no son relaciones sexuales, sino autoerótica o relaciones eróticas, respectivamente.

El término relación sexual queda obsoleto en el momento que identificamos esta como paradigma de la penetración, lo que comúnmente se conoce como coito. Pero nuestra sexualidad al ser tan amplia demanda a parte de la penetración, otras manifestaciones, igual o más placenteras. Reducir la sexualidad a penetración es mutilar parte de nuestro ser en pro de un solo objetivo, la búsqueda insaciable del orgasmo. Pero el umbral orgásmico puede alcanzarse de muy diversas maneras, desde el roce sutil hasta el apretón ardiente. Caemos en el error de reducir a la mínima expresión todo nuestro potencial erótico, estamos cercenando nuestra capacidad para sentir desde el amplio espectro de posibilidades, por ello el término relación sexual no es más que la desviación arcaica de la simpleza erótica.

Dejamos de ser vírgenes, no cuando hemos o nos han penetrado, no solo hay una virginidad, pues esta también la perdemos ante el primer beso erótico, las primeras caricias sensuales, los primeros juegos genitales, las primeras masturbaciones, perdemos muchas virginidades, la penetración solo es una más, por lo que a la pregunta de “¿a qué edad perdiste la virginidad?” deberíamos responder con otra pregunta “¿a cuál de todas ellas te refieres?”, pues la respuesta variará según  lo que se desea saber: a qué edad se produjo la primera penetración o a qué edad mantuviste tus primeros juegos masturbatorios, etc.


Tenemos tan anclado en nuestro rol sexual, que lo importante es la penetración, que basamos conceptos como virginidad en este patrón de movimientos rítmicos, olvidando que también somos vírgenes en muchos aspectos eróticos. Sin penetración hay sexualidad, sin penetración podemos perder muchas “virginidades”, sin penetración podemos obtener placer e incluso llegar al orgasmo.

Desde la sexología defendemos el uso del término relación erótica pues hacemos alusión al gran abanico de posibilidades que tenemos ante nosotros, desterrando el mito de la suprema importancia de la penetración, por ello hemos desplazado al olvido el concepto de relación sexual, ya que este ha quedado obsoleto,  primitivo y reduccionista. La penetración es algo maravilloso, pero no ha de ser el único patrón de comportamiento si lo que queremos es gozar de todas las posibilidades que nos brindan nuestro cuerpo y mente. Puedes permitirte disfrutar de todo tu ser. 

jueves, 20 de noviembre de 2014

Ética y moral en la sexualidad. ¿Son necesarios unos valores y principios morales en sexualidad?

Podemos entender  ética como un juicio de valor sobre qué es lo que está bien y qué es lo que está mal, discernir  lo que nos conviene de lo que no nos conviene.

Por su lado la moral puede entenderse como: “un conjunto de creencias, costumbres, valores y normas de una persona o de un grupo social, que funciona como una guía para obrar[1]”.

Los valores y principios morales son los caminos que nos guían para alcanzar una socialización plena y adaptada al entorno social en el que vivimos. Según van cambiando y avanzando las costumbres de las poblaciones estos principios se transforman con ellas, pudiendo hablar de tipos de moralidades: represivas, permisivas, liberalistas, etc.

La moral y la ética son elementos inherentes de la humanidad al igual que la sexualidad y por ello nos planteamos la cuestión de si la sexualidad actual necesita de una ética y moral, de unos principios y valores concretos que guíen a los seres humanos en esta parcela de sus vidas y vivencias: ¿se hacen necesarios? ¿Qué puede ocurrir si los obviamos?

Corremos el riesgo de entender estos principios y valores sobre la sexualidad como algo privado que cada uno cultiva, partiendo  de la idea de ser un campo puramente subjetivo en el cual nadie debe entrar a imponer sus creencias. El riesgo es sobre todo para los más jóvenes pues pueden quedar a merced de modas como la comercialización de la sexualidad, del capitalismo sexual, del consumismo sin escrúpulos y del libertinaje sexual, confundiendo la libertad individual con el libertinaje salvaje y egocéntrico. Por ello desde la educación hablamos de la educación en valores la cual desea que los jóvenes hallen una vida personal y social equilibrada, desde la libertad y la solidaridad, respetando los límites de esta libertad, dignificando la sexualidad y fomentando que puedan enfrentarse de forma crítica a la realidad.

Educar en valores, desde una ética y moral del respeto, la tolerancia, la diversidad y la dignificación de la sexualidad se hace plenamente necesaria.

Varios caminos hemos ido adoptando en occidente con respecto a la sexualidad y su manera de entenderla moral, ética y antropológicamente, sin ánimo de ser exhaustivo veamos estos caminos[2]:

   1)      Modelo represivo: cultura judeocristiana. Idea básica: la sexualidad es negativa y dañina, salvo el sexo para la reproducción dentro del matrimonio. El hombre es visto como: impetuoso, desbordante, atrapado bajo el instinto carnal el cual si deja crecer dentro de sí arruinará su moral, por lo que hay que educar  en la represión de los instintos. Comprenden que el hombre es débil y comete fallos, por lo que pueden ser perdonados ante el arrepentimiento. La masturbación y prostitución son vistas como vías para el desahogo. La imagen de la mujer: no tiene sexualidad, solo útero. Destino: ser virgen, soltera, esposa y madre, casta y asexuada.  No está permitido la fantasía sexual ni para hombres ni para mujeres.
2)      Modelo burgués: Doble moral burguesa: la sexualidad es  buena para los varones pero mala para las mujeres. El discurso oficial acerca de la sexualidad es negativo, pero en círculos masculinos es positivo y en el que impera el fanfarroneo y la competición de ver quién es el que más mujeres consigue seducir para conseguir favores sexuales. La imagen de la mujer es doble, están las puras y castas nombradas madres y esposas, las cuales sirven para el matrimonio y las “putas” que son las que se dejan seducir y asumen su sexualidad sin pudor, estas segundas son para las experiencias extramaritales.
  3)      Modelo capitalista permisivo: con la llegada del capitalismo vivimos para la búsqueda del ocio y el tiempo libre. Se comercia con todo y la sexualidad no va a ser menos, es vista como parte de este ocio, se convierte en un producto muy lucrativo y para su venta y goce se debe rebajar la moralidad judeocristiana y educar para el disfrute y el derecho a una sexualidad más permisiva. La sexualidad es buena para todos. Esta vez el discurso también es doble: por un lado se cientifica: permite aprender técnicas y maneras de satisfacer más adecuadas y por otro el discurso pornográfico que vende la sexualidad como mercancía.  La imagen que importa ahora en el varón es su capacidad para otorgar orgasmos a la mujer (de la cantidad pasamos a la calidad), la sexualidad se convierte en un trabajo para el que hay que estar cualificado, él es el responsable de su propio placer y sobre todo del placer de la mujer. La mujer es pasiva, no es dueña de su placer pues depende del buen hacer de su esposo, este debe saber mantener  la erección prolongada, conseguir que ella sea multiorgásmica y quede siempre satisfecha, lo que provoca disfunciones sexuales, ansiedad por pensamientos de incompetencia sexual y angustia. La fantasía más extendida es la de conseguir el orgasmo simultaneo.

Nuestra sociedad actual arrastra mitos sexuales provenientes de los tres modelos, pues cada uno de ellos trata de una manera parcial y reduccionista al ser humano de manera general y a la sexualidad en concreto. Ninguno de estos tres modelos parece funcionar actualmente  ya que no ayudan a que las personas se desarrollen de manera sana e integral.

Estos modelos tienen ciertas semejanzas, pero también notables diferencias  con los tres modelos clásicos de la antropología sexual:


1)      Emancipador: liberación del sexo de las garras del Estado y la Religión. Ataque a la moral represora y religiosa tradicional. La sexualidad es una necesidad biológica que ha de ser liberada y no reprendida. Liberación sexual como liberación humana. Críticas: visión política de la sexualidad y reducir esta a pura animalidad.

2)      Liberal: Romper con las viejas ideas represoras victorianas, se intenta acabar con la doble visión moral de la permisividad sexual para el hombre y represora para la mujer. Se mantiene la irrenunciabilidad del matrimonio, pero este es visto como un acuerdo más permisivo, ambos cónyuges pueden decidir y consensuar tener relaciones extramaritales si lo desean.  Sexualidad responsable, no discriminatoria, ni represiva, ni manipuladora.
3)      Personalistas: El amor es la guía de la sexualidad, el amor humaniza al ser humano. Hombres y mujeres como seres sexuados tienen una responsabilidad personal y social.

En este caso parece que la sociedad puede alcanzar una plenitud sexual si atendemos a los rasgos positivos del modelo emancipador y liberal, en cuanto a ver a hombres y mujeres como iguales en derechos humanos y sexuales, sin guerras de poder, una simetría sexual donde ambos son igual de importantes y valiosos y tener en el amor un aliado, para alejarnos de las relaciones vacías, amor entendido como afecto y respeto  hacia uno mismo y hacia el otro.

Y desde la educación sexual hablamos de una serie de modelos que han ido superponiéndose  en relación a la sexualidad y su forma de ser entendida y educada:

1)      Modelo moral: modelo basado en ideas religiosas. El sexo es visto como un don de Dios que no puede banalizarse y utilizarse de cualquier manera y es a través del matrimonio donde este se consagra.  La abstinencia y el autocontrol son dos de los valores a los que aluden y en la educación de las habilidades sociales para decir no a la sexualidad. Visión represora.
2)      Modelo médico: basado en la prevención secundaria y terciaria, cuando hay riesgo inminente de un problema con la sexualidad o ya ha sucedido (educación apagafuegos).  Los valores que enseñan van asociados a aspectos como la higiene y la prevención de riesgos.  No se habla de los aspectos positivos de la sexualidad, es un modelo reduccionista centrado en el problema y la enfermedad.
3)      Modelo revolucionario: revolución sexual, la sexualidad es positiva, búsqueda del placer sexual a toda costa. Poseen una metodología directiva en la que se nos enseña o adoctrina en técnicas útiles para el mejor aprovechamiento de nuestra sexualidad. Se enseñan habilidades sociales para decir si a la sexualidad. Crítica feroz al patriarcado.
4)      Modelo integrador o Biográfico-profesional  (según Félix López): El propio sujeto decide el camino de su sexualidad, el profesional ayuda  a conseguir el bienestar personal y social. La sexualidad no se reduce a genitalidad, se amplía el horizonte a todo el cuerpo y la mente (mapa corporal). Se educa en asertividad, en toma de decisiones y en habilidades de comunicación. Se acepta el principio de diversidad, incluso no se habla de sexualidad sino de sexualidades, pues cada uno la vive a su manera.

El modelo integrador es el que utilizamos actualmente desde la educación sexual, ya que acoge en su regazo las bondades del modelo médico y del revolucionario, pues la prevención de riesgos es importante pero quedarnos solo en ella no ayuda a que las personas consigan un desarrollo integral y saludable, por ello atendemos a la visión positiva de la sexualidad que se recoge en el modelo revolucionario, su visión de la igualdad de género y de la educación para la erotofilia[3].

En la actualidad, en cuanto a valores y principios morales, nos movemos en la dualidad dicotómica extrema entre el modelo represivo (judeocristiano) y el permisivo/revolucionario. Se nos insta constantemente a reprimir nuestros impulsos, educamos con el silencio ante la sexualidad, se nos dice que el sexo es algo sagrado, un privilegio humano que no debemos banalizar  o de manera radicalmente opuesta, permitimos todo comportamiento como válido pues no hay que constreñir la libertad sexual del individuo y la sexualidad no es más que otra conducta común sin importancia, el resultado es una esquizofrenia bipolar en la que, sobre todo, los jóvenes se ven envueltos. Atendiendo a las palabras del filósofo y pedagogo español José Antonio Marina Torres en un artículo suyo titulado: “incoherencias de la sexualidad” podemos entender perfectamente esta dicotomía histérica actual:

“¿Por qué vamos a escandalizarnos por el turismo sexual o por la paidofilia si la relación sexual es un simple intercambio de estremecimientos agradables? La trivialización lo trivializa todo. (…) A veces nos parece un pasatiempo intrascendente y a ratos una realidad trascendental. O banalizamos el sexo o la sacralizamos. Oscilamos entre una sexualidad del chimpancé o de arcángel, y no nos salen las cuentas ¿Qué hacemos[4]?”

Como decía el poeta Horacio (65 AC- 8 AC): “la virtud es el punto medio entre dos vicios opuestos”, los vicios y mitos que aportan los modelos permisivos y represivos, han de mitigarse a través de la búsqueda del equilibrio entre ambas partes. Una de las herramientas clave de la educación para combatir este desmerito es la educación en valores.  El objetivo primordial es que las personas aprendan a vivir, escogiendo como quieren que sean sus vidas, ayudándoles a que sean críticos con los mandatos que la sociedad les inculca. Para ello se trabaja a partir de elaborar unos principios acordes con la salud y el bienestar psicológico y físico:

  • Educar para un consumo responsable no solo de objetos inertes sino de personas y relaciones, acabamos viendo al otro como un mero objeto que utilizamos y dejamos caer cuando ya no nos sirve, reemplazándolo por otro nuevo.
  • Utilización responsable del ocio y el tiempo libre. No solo a la hora de marcar tiempos, dentro de la sexualidad podemos correr el riesgo de que esta se frivolice de tal manera que se convierta en un entretenimiento vacio que al terminar nos deje con un malestar psicológico (tristeza postcoital[5]).
  • Valores de igualdad: para que una relación afectiva sea sincera y sana tiene que partir del principio de igualdad, nadie puede sentirse con más poder que la otra parte, puesto que entonces la relación se intoxica y pudre.
Al final parece que practicamos más sexo que sexualidad, nos volvemos coitocentristas y nos olvidamos de otros placeres que van más allá de la penetración, haciendo que, al fin y al cabo, nuestras acciones queden vacías de valor. La educación sexual vuelve a ser la clave para orientar a todas las personas, a lo largo de su ciclo vital, sobre la adquisición de valores que les ayuden a hacer su día a día un poco más feliz y saludable.



[2] Datos hallados: material de la ponencia de Julián Fernández de Quero en el Máster de Sexología y Terapia de pareja de la AEPCCC en Madrid, edición 2012-2013.
[4] Datos hallados en: Equipo de ponentes de SPIDO (2009) .La sexualidad y la educación sexual en el marco de la educación para la salud y para la igualdad de género. Murcia.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

¿Qué es la sexología positiva? Hacia una sexualidad global y placentera.

El termino sexología alude a la ciencia que estudia la sexualidad humana de forma sistemática, abarcando amplias cuestiones como erotismo, enamoramiento y amor entre otras manifestaciones humanas. Es una ciencia en auge que comparada con otras grandes ciencias es una recién nacida que comienza a entenderse así misma[1].
Autores y autoras relevantes para la sexología a lo largo de su  historia han sido: Sigmund Freud, Alfred Kinsey, William Masters y Virginia Johnson y Helen Kaplan.

¿Y por qué hablamos de una sexología positiva?

Desde la psicología nace, en la década de los 90 del pasado siglo, una corriente que postula que, hasta entonces, la psicología había contemplado al ser humano desde la patología y los déficit y que eran nuevos tiempos como para avanzar un poco más y centrase en otros aspectos más “positivos” del ser humano, por lo que cierto grupo de expertos deciden centrar su atención y  estudiar con detenimiento las capacidades, fortalezas, competencias y funcionamiento optimo de las personas. Uno de los grandes autores de la psicología positiva es Martin Seligman (1942) y para él la psicología positiva es: “un término sombrilla para el estudio de las emociones positivas, los rasgos de carácter positivos y el mejoramiento de las instituciones[2]”.

A esta “ciencia” se le critican tres aspectos básicos por los que en teoría no debería ser reconocida como tal, de manera muy concisa las críticas son las siguientes:

  • Utiliza expresiones y términos coloquiales, haciéndolos pasar por términos técnicos, estos conceptos no son un objeto material de estudio (no posee un lenguaje técnico apropiado).
  • No tiene constructos teóricos propios pues estos emanan de la psicología “tradicional” o como ellos la denominan de la psicología negativa.
  • No tienen técnicas ni herramientas propias y las herramientas que utilizan aun no se ha comprobado científicamente su eficacia a la hora de tratar a los pacientes.
En la actualidad hay una seria discusión sobre estos planteamientos con la gran incógnita de considerar a la psicología positiva como una ciencia válida. Una guerra que promete dar mucho de qué hablar.

¿Entonces por qué unir a la sexología el adjetivo de positiva?

La razón básica es por el trato que se le ha dado a la sexualidad durante siglos, un trato que la ha llevado al ostracismo, al mito, a los tabúes y se la ha secuestrado de su valor positivo. Hoy entendemos la sexualidad como una fuente de bienestar y placer del ser humano, una parte más de la personalidad, un espacio inherente a la humanidad por el hecho de ser sexuada. Como ejemplo podemos indicar el trato que desde siglos atrás se le han dado a ciertas peculiaridades sexuales pues en un principio se les dominaron con el peyorativo nombre de perversiones sexuales, pero el tiempo y las nuevas conciencias han ido borrando esta negatividad sobre el hecho sexual, y en la actualidad el término perversión ha sido borrado y cambiado por el de peculiaridades sexuales, más acorde con la diversidad y la visión positiva de la sexualidad[3].

La idea básica no es crear de la nada una nueva corriente científica denominada sexología positiva como un esqueje superfluo, bastante tenemos con que la sexología en si misma pueda concebirse como disciplina única e independiente, más bien siguiendo los postulados de Goldiamond (1974), donde focaliza en una de sus premisas el prestar atención a los aspectos positivos del desarrollo de las personas, consideramos que la sexología debe atender a lo positivo y constructivo del ser humano, alejándonos del modelo puramente médico donde la atención se centra en el diagnóstico de un problema o de conductas “anormales” a combatir.

La sexología positiva estudia la sexualidad humana de forma integral y alude a la necesidad de alcanzar una sexualidad positiva y placentera. Por otro lado lucha contra las ideas y visiones nocivas que ha dejado el patriarcado sobre la sexualidad, lucha contra la desigualdad, el sexismo, y la visión reduccionista de las relaciones eróticas, abocadas a la mera penetración (coitocentrismo), a la mera búsqueda del orgasmo como objetivo inicial y final (orgasmocentrismo), a la preponderancia del pene como objeto de placer por excelencia (Falocentrismo) y a ver las relaciones heterosexuales como las “normales” y válidas (heterocentrismo). Una lucha que tiene como bandera a la educación sexual, pues ella marca el camino que nos aleja del oscurantismo y nos acerca al bienestar y desarrollo integro del ser humano.

Aun queda mucho camino por recorrer, muchos mitos y tabúes que eliminar, hemos de dar paso a una educación sexual que de permiso a la gente para conocerse mejor y quererse más. Por ello, de momento,  no es baladí unir al sustantivo sexología el adjetivo positiva, para recordarnos el camino a seguir; tarde o temprano decir sexología/sexualidad positiva será burdamente redundante, pues todos podremos entenderla desde el bienestar y la búsqueda de felicidad, pero hasta que ese día llegue, podemos mantener este adjetivo que nos marca el rumbo hacia dónde dirigirnos. 



[1] Para gran parte de la comunidad científica la sexología aun no se entiende como disciplina científica, en gran medida por el escaso kilometraje que lleva, pero estamos en ello.
[2] Datos hallados en: Piña López, J.A (2014). La Psicología Positiva: ¿ciencia y práctica de la psicología? Papeles del Psicólogo. La psicología del trabajo y las organizaciones en tiempos de crisis económica (2ª parte). Vol. 35 (2), pp.144-158.
[3] Para saber más sobre este tema acudir a: http://jalomanda.blogspot.com.es/2014/10/de-las-perversiones-las-peculiaridades.html

miércoles, 22 de octubre de 2014

De las perversiones a las peculiaridades sexuales/eróticas. La evolución de las parafilias.

En primer lugar, vamos a delimitar que entendemos por perversiones sexuales, por parafilias y por último por peculiaridades sexuales:

  • Perversión sexual: comportamiento caracterizado por fantasías y/o acciones no consideradas como naturales, osadas y extrañas, encaminadas a obtener placer erótico. Conductas sexuales que dentro de determinada época social no eran consideradas como normales pues no estaban dentro de las buenas costumbres. Se consideraban perversiones: la homosexualidad, transexualidad, el exhibicionismo, incluso el sexo oral, la penetración anal y la masturbación. La sexualidad estaba enfocada a la reproducción.
  • Parafilias: comportamiento y/o ideación  erótica donde la finalidad de la sexualidad no se centra en la cópula (penetración puramente dicha), sino en otras acciones que la acompañan. Según el DMS-IV para que una parafilia se considere perjudicial para el individuo tiene que estar presente, al menos, este criterio:
a)      Las fantasías, los impulsos sexuales o los comportamientos provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del sujeto[1]
.
·         Peculiaridades sexuales/eróticas: característica de toda persona por el mero hecho de ser sexuada. Tienen un valor positivo y se caracteriza por el término: diversidad. Este alude al carácter amplio de la imaginación, fantasías y comportamientos  por los que el ser humano manifiesta su erotismo y las diversas formas de vinculación.

Como puede comprobarse al analizar las diversas definiciones, el criterio básico podríamos situarlo en la adecuación o inadecuación de dichos pensamientos y comportamientos. Y este criterio viene reflejado por otro igual de importante, pues explica la evolución de la sexualidad al menos en occidente: época histórica.

En la época de la moral Victoriana (1851-1901) y con las teorías psicoanalíticas como bandera (Sigmund Freud (1856-1939)) las manifestaciones sexuales que se salían de lo cotidiano o de lo que marcaba dicha moral se consideraban como perversiones sexuales. Estas tenían un carácter patológico y degenerativo, donde a mayor alejamiento de la norma y moral, mayor grado de  patología. Por lo que la sexualidad poseía una losa juiciosa de negatividad y todo lo peculiar se consideraba negativo para el individuo y por ende para toda la sociedad. No importaba si realmente estos pensamientos o comportamientos eran o no dañinos en sí mismos, como aclarará después el término parafilia, sino que lo que imperaba era el decoro moral de la época (está bien visto o está mal visto).

Como podemos imaginar con el paso del tiempo este término quedaba obsoleto, por lo que se recurrió a un vocablo nuevo: parafilia. Según Wikipedia[2]:

“En 1987 la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (American Psychiatric Association) eliminó el término «perversión» del DSM y de la terminología psiquiátrica mundial. De ahora en más se trata de «parafilias»”.

El término parafilia copó, entonces, el escalafón más alto para designar todas las ideaciones y comportamientos sexuales que iban más allá de la cópula o diferían de esta, con el requisito indispensable de que todas estas ideaciones y comportamientos para ser considerados parafílicos han de ser perjudiciales para el individuo, es decir atañe a su integridad física y psicológica, como se puede apreciar en el criterio anteriormente mencionado.

Pero poco a poco la palabra parafilia fue tiñéndose de negatividad, comenzando a considerarse como peyorativa, pues se vinculaba a una concepción negativa y patologizante de la sexualidad. Por lo que desde la sexualidad positiva se empezó a acuñar otro término que se ajustaba más a la realidad actual: peculiaridades eróticas.

Esta concepción es más amplia y recoge a toda ideación o comportamiento erótico como fruto de la sexualidad inherente al ser humano, sin patologizar, ni negativizar. Sin pecar de pueriles y confiados, el término peculiaridad erótica también recoge la existencia de que todo comportamiento puede convertirse en inadecuado, conllevando riesgos, pero separa la sexualidad del riesgo, alejándola de la relación constante que en el pasado había entre uno y otro vocablo.

Desde esta concepción no se habla de normalidad o anormalidad, sino de diversidad, de la gran cantidad de manifestaciones que cada individuo puede mostrar a la hora de erotizarse.

Y toda manifestación de diversidad sexual es saludable, siempre que se parta del respeto (incluye todo comportamiento que no daña el físico, ni lo puramente psicológico: respeto al cuerpo y la mente) y la tolerancia hacia uno mismo y hacia el otro.

La sexualidad en la actualidad quiere prescindir de los tabúes y del manto de negatividad  del que ha sido envuelta durante tantos siglos y por ello necesita de términos más precisos que alejen esta negatividad reduccionista y que engloben en cambio, una visión más real, positiva, saludable y beneficiosa.


[1] Datos hallados en: http://www.psygnos.net/biblioteca/DSM/Dsmparafil.htm
[2] Datos hallados en: http://es.wikipedia.org/wiki/Parafilia

jueves, 2 de octubre de 2014

Cinco reglas básicas para ligar por internet. Las redes sociales y la seducción.

No hay nada como el cara a cara para iniciar el emocionante acto de la seducción. Las fases de un cortejo tradicional conlleva poder llamar la atención del otro desde el sentido de la visión, son los ojos los que empiezan el juego, los que dan el pié hacia el “sigamos jugando”, pero la actualidad exige que nos modernicemos. Ahora pasamos bastante tiempo delante de una pantalla y gran parte de ese tiempo lo usamos para socializarnos con los demás y por supuesto para ligar.

Y la pregunta necesaria es la siguiente: ¿Hay pautas concretas para ligar por internet chateando? La respuesta está clara, sí.

Hay diversidad de técnicas y estrategias para enganchar a la otra persona y conseguir que desee seguir conociéndonos y que sienta curiosidad e incluso erotismo al entablar una conversación virtual con nosotros, pero de entre la multitud de caminos para la seducción en la red, cinco son las estrategias básicas que debemos tener en cuenta:

1.      Sentido del humor:

Este maravilloso sentido te abrirá las puertas de cualquier conversación, pues con él conseguimos sorprender a la otra persona. Hay muchos tipos de humor: “humor absurdohumor blancohumor hackerhumor crudohumor negrohumor secohumor verde o humor duro[1], lo importante en este caso son dos premisas: 1.) Averigua cuál es el estilo de humor de la otra persona 2) Intenta compaginarlo con tu estilo de humor. Pues resulta que si tu estilo de humor es muy diferente al de la persona a conquistar, corres el riesgo de que esta sienta estupor ante tu mordacidad e incluso llegue al punto de no retorno de la vergüenza ajena, y si este punto aparece estamos perdidos. Recuerda dos anotaciones: las investigaciones científicas indican que las personas positivas y con sentido del humor hacen más amigos puesto que provocan que nos contagiemos de estas emociones y sentimientos positivos, por lo que todo el mundo desea de una forma u otra estar cerca de una persona sonriente (sincera), afable y positiva. Y por otro lado como decía Goleman: “la risa puede ser la distancia más corta entre dos cerebros”.

2.      Pregunta e interésate:

 La clave de esta estrategia es el uso de la escucha activa, en este caso de la lectura activa de lo que la otra persona escribe sobre sus gustos y anhelos. Interésate activamente por estos, elogia los logros y siéntete orgulloso de sus progresos, no ridiculices, pues por un chat una broma mal colocada puede ser un jarro de agua fría para el otro. No hables más de ti que la otra persona de sí misma, deja que el misterio te envuelva un poco y que sea el otro el que sienta curiosidad, las preguntas que te hagan te van a servir para orientarte sobre que va buscando y que le interesa conocer de ti, si lo primero que te pregunta es si estás trabajando o cuántos hermanos tienes, podrás intuir que le importa a esta persona. Recuerda: “deja que el misterio te envuelva”, pero tampoco te cierres en banda, sino perderá el interés rápidamente, míralo como un tira y afloja entre lo que cuentas y lo que callas.

3.      Juega a ser simpátic@ y a la vez borde picaron/a.

Cuando “le regalamos” el oído a alguien se nota mucho que estamos interesados en caer bien y el otro acaba dándose cuenta y deja de tomarnos en serio. Por ello la mejor fórmula es jugar al toma y daca  entre ser agasajadores y ser bordes picarones, como dice Vallejo-Nágera, un buen seductor: “alterna momentos de sintonía total con otros de frialdad, inyectando en el destinatario el pánico a la pérdida y, con ello, garantizando su apego psicológico”.

  1. Vete en el momento más álgido de la conversación.
No hay nada peor al principio de conocer a alguien que los momentos de silencios incómodos, para evitar que esto acontezca usa esta nueva estratagema. Esta estrategia reúne a las tres anteriores, cuando el buen humor se hace patente en la conversación, estáis interesados mutuamente, mostrándote simpático pero con toque borde y la otra persona está en completa sintonía contigo, no esperes a que este momento decaiga y márchate de la conversación durante unas cuantas horas o incluso el resto del día ( excusas hay miles, pero usa alguna que te haga parecer más interesante), pues te irás y la otra persona se quedará con ganas de mucho más, y además provocarás en su cerebro el conocido como Efecto Zeigarnik: toda cosa que dejamos a medio provoca que nuestro cerebro piense en ello, en primer o segundo plano, hasta que  lo soluciona, así pues te quedarás anclado en su mente y tendrá ganas de saber de ti, pronto.

  1. No seas impaciente.
Se paciente, que no parezca que estás ansioso/a por quedar con la otra persona, esta ansiedad por quedar puede darte una apariencia de desesperado/a que va a quitarte todo el sexapil o erotismo que hayas podido alcanzar. Espera prudentemente y sabrás por intuición cuando ambos estáis al mismo nivel de ganas de quedar en persona, y si no percibes este interés espera porque antes o después la pregunta saldrá a la luz: "¿quieres que quedemos?"

Utilizando estas pequeñas reseñas  para ligar por internet y algunas que poseas en tu manga, podrás establecer una interacción seductora con toda aquella persona que creas conveniente, pero utilízalo con ética y no hagas daño a nadie, no estamos en este mundo para hacérselo pasar mal a la gente, bastante tenemos con la vida cotidiana.

viernes, 26 de septiembre de 2014

¿Qué es el fenómeno Cougar? Mujeres maduras en busca de hombres más jóvenes.

La palabra cougar es un término inglés que literalmente significa puma, y se utiliza como adjetivo para denominar a las mujeres mayores de treinta años que desean mantener encuentros amorosos/eróticos con hombres unos diez años menores que ellas.

 Las características de una mujer cougar podrían ser las siguientes:

·         Mujer mayor de treinta años.
·         Busca relaciones con hombres unos diez años menos, piensa que estos van a ser más atentos y que serán más vigorosos en la cama.
·         Cuida su imagen y apariencia física, aunque no desea parecer una joven de veinte años. Cierto miedo a la vejez.
·         Es independiente emocional y económicamente.
·         Confía en sí misma y parte de las experiencias de su pasado, se siente orgullosa de tal.
·         Desean sentirse poderosas dentro de la relación amorosa.

La mujer cougar desea tener el control de la relación y mostrarse independiente, utilizando la experiencia y confianza en sí misma para ser la parte dominante de la relación. Este fenómeno parece que ha ido creciendo en las últimas décadas, gracias entre otros factores a la independencia económica de la mujer.

¿Qué opina la psicología evolucionista al respecto? La psicología evolucionista basa sus postulados en la creencia de que el pasado del ser humano, en su evolución, marca el quienes somos ahora, a través de diversas adaptaciones, físicas y psicológicas acaecidas desde la época prehomínida, apoyándose en las ideas de Darwin sobre la selección natural y la selección sexual[1].

Para gran parte de los evolucionistas el cortejo lo llevaba a cabo el macho y casi siempre con hembras que solían ser más jóvenes que él, la explicación plausible que argumentaban era que el símbolo de juventud y de belleza iban ligados y que cuanto más joven fuese la hembra (siempre a partir de la menarquía o primer estro, según  humano o animal) mayor reproductividad tenia esta y mayores serían las probabilidades de perpetuarse genéticamente. Los evolucionistas no tenían en cuenta otros factores que no fuesen la reproductividad y la fuerza de los genes a la hora de buscar pareja.

¿Qué ocurre en la actualidad? Parece que la mujer empieza a tomar el mando, soterrando dichas ideas evolucionistas. La independencia económica de la mujer ha promovido que esta pueda ser más libre para seleccionar pareja, ya no necesita un hombre maduro a su lado que le asegure el pan para ella y para sus hijos.

Otra variable es la visión actual del sexo como búsqueda de placer y no como simple hecho reproductivo. El sexo no es solo reproducción y genética, la mujer actual desea disfrutar del sexo por sentir placer, como una forma de expresarse, de sentirse libre e independiente, por ello empiezan a desear hombres más jóvenes a los que tienen como más vigorosos, dulces y dependientes (mitos modernos o creencias erróneas por las que se piensa que los hombres mayores pierden su potencial sexual a causa de la propia vejez).


En definitiva el fenómeno cougar parece que debe su existencia a factores como la independencia económica de la mujer y a una visión de la sexualidad mucho más amplia que la de la mera reproducción, refutando ciertas ideas evolucionistas por las cuales era el hombre el que buscaba mujeres más jóvenes con el objetivo de asegurarse una descendencia sana y suficiente.


[1] Selección natural: supervivencia del más apto. Selección sexual: rasgos presentes en las especies que aparecen por competencia sexual, para atraer al otro miembro a la cópula. Ejemplo clásico: la cola del pavo real, esta parece ir en contra de la selección natural, pues una cola tan grande entorpece la huida del depredador, pero sin embargo las hembras se sienten atraídas por los colores y belleza de este rasgo, por lo que los ejemplares con colas de  mayor tamaño y coloridas tienden a reproducirse con mayor facilidad.

DELIRIOS Y LOCURA

DELIRIOS Y LOCURA

Delirios y otros problemas

Bienllegados a la pagina donde todos vuestros delirios serán recompensados con miradas de incomprensión y rechazo amable.
Nos movemos incesantemente por sendas incautas, ataques de locura anonimos y vulgaridades encendidas por el alcohol de cualquier cantina.
No vengo a vender nada de valor ni a regalar una sonrisa verdadera, vengo para quedarme sentado mientras tu disfrutas de la ignorancia de los demás.
Vengo para quedarme sentado entre tus historias de a media tarde, para escucharlas, leerlas y enmudecer al ver que todos somos tan parecidos, tan complejamente simples.....
Me siento y te escucho. Sientate y escuchate. Sentemonos a escucharnos.Escuchame si puedes.