sábado, 30 de marzo de 2013

La cultura falocéntrica de la sexualidad.

Culturas como la occidental han basado su sexualidad en un pensamiento puramente falocéntrico, es decir dando prioridad y sumo poder a la imagen del pene, por lo que podemos definir falocéntrismo en sexualidad a la preponderancia del pene como órgano central en la relación erótica. Y del falocéntrismo quizás, se ha ido derivando a una visión de la sexualidad centrada en las relaciones con penetración y la visión del orgasmo como única meta o como finalidad última y obligatoriamente necesaria.


Con el falo como bandera de la sexualidad y con la penetración como vía de expresión, se ha dejado de lado fuentes de placer tan importantes o más que esta, puesto que la sexualidad envuelve todo nuestro ser y todo nuestro cuerpo, desde el roce sutil al apretón agresivo, desde el tenue beso al mordisco pasional, por lo que en la actualidad debemos considerar la penetración como una manifestación más de nuestras relaciones eróticas, no la sublime y central.

Y el falo ha soterrado y oscurecido el estudio de un órgano supremo del placer que solo lo poseen las mujeres: el clítoris. Este pequeño órgano, ostenta la única función de proporcionar placer a la mujer y esta circunstancia parece haber molestado en antaño a miles de científicos, religiosos y estudiosos de los siglos pasados, pues no podían unir la idea del poder del falo y la penetración con el hecho de que el orgasmo femenino se alcanzaba fuera de esta a través del clítoris, ya que dicha concepción tiraba por tierra la soberanía de la penetración como mecanismo de placer y por ende del poder en sí mismo del hombre en la relación erótica, pues sin pene no había placer ni para el hombre ni para la mujer.

Pero resulta que el orgasmo vaginal es una falacia y que las mujeres no necesitan ser penetradas para obtener placer, ni para llegar al orgasmo, como ahora sabemos, son los primeros  cuatro centímetros de la vagina los que poseen la sensibilidad necesaria para otorgar placer a esta, ya que en los 8 cm restantes, no hay suficientes terminaciones nerviosas como para que la mujer tenga sensaciones placenteras, así pues un pene descomunal, como el que desearían tener miles de varones, no es necesario absolutamente para nada, salvo para lubricar la imaginación de mujeres que se exciten con tal tamaño, pero en lo que a la fisiología respecta, el tamaño del pene, incluso su presencia no es necesaria para el orgasmo femenino.

Pero aun hoy día el hombre sigue enamorado del pene, desde jóvenes comparamos nuestros tamaños y soñamos con tener unos centímetros más, construimos edificios con formas fálicas, rascacielos empalmados, como si quisiéramos tocar el cielo con el miembro viril, un culto al pene que ha distorsionado a la sexualidad humana y la ha restringido a la penetración pueril. Por ello (y por otras muchas causas) la educación sexual se ha vuelto tan necesaria, pues a través de ella podemos desterrar el mito del falocéntrismo y promover una sexualidad más amplia y real, más placentera y global, haciendo que la mujer entienda el poder de su cuerpo y comprenda la función de su clítoris, una sexualidad que vaya más allá del falo y la penetración.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Breve reflexión inicial sobre las fantasías sexuales.

Podemos definir fantasía sexual como el proceso mental de corte erótico que mantenemos y del cual gozamos haya o no acto masturbatorio o relación erótica con orgasmo. Para el experto psicoterapeuta inglés Brett Kahr las fantasías sexuales quedan definidas como: “un pensamiento o conjunto de pensamientos conscientes que incluye la representación de uno o varios actos sexuales, de una o varias escenas sexuales, de imágenes sexuales y con frecuencia de lenguaje sexual, la totalidad de las cuales en muchos casos producen sensaciones placenteras que van del disfrute mental a la estimulación física de los genitales[1]”.

Y parece que todos los seres humanos poseemos la capacidad de mantener, en nuestras mentes, fantasías sexuales de lo más variopintas, tengamos pareja o seamos solteros. Para cierta población estas fantasías son ambivalentes puesto que gozan de ellas y a la misma vez se sienten culpables por tenerlas, lo que el mismo autor denomina como “paradoja masturbatoria”, pues la misma persona siente placer de forma física pero de manera simultánea malestar en su mente, ya que siente culpa, vergüenza y/o rabia. Por ejemplo ciertas personas que tienen pareja pueden mantener pensamientos de tipo fantasioso-eróticos con otros individuos, sean completamente desconocidos, amigos o familiares de uno o de ambos miembros de la pareja, produciéndose lo que B. Kahr ha descrito como “aventura intramatrimonial”, por lo que podemos "pseudo-engañar" a nuestras parejas mentalmente, incluso cuando estamos manteniendo un encuentro erótico con ellas, aunque después nos sintamos mal, angustiados, tristes o enfadados con nosotros mismos, pero la próxima vez que volvamos a tener otro encuentro con nuestra pareja, es probable que  vuelva a repetirsela misma fantasía o a una análoga.

Para Freud las personas que mantienen fantasías sexuales poseen una falta de satisfacción sexual, pues hay un deseo frustrado que intentan resolver con dichas fantasías. Posiblemente las personas cuando están en un proceso elevado de enamoramiento o de atracción física, no las necesiten para estimular su acción sexual, puesto que el otro se convierte o es la esencia de la propia fantasía “voy a poder verle desnudo/a”, “voy a saber como lo hace”, cumpliendo así la fantasía creada previa al encuentro erótico. Pero con el paso del tiempo si no hay una continúa estimulación, juego y novedad, puede que aparezca en nosotros la necesidad de crearnos imágenes que nos suban la libido (deseo sexual) e incluso salgan a la luz ciertas fantasías que se hallaban en el inconsciente, aflorando por la falta de excitación sexual que vivimos en el mundo real, las cuales, como ya expusimos, pueden ser placenteras o perturbadoras.

Y la cuestión ética se hace evidente ¿Estas fantasías, si tenemos pareja, son moralmente aceptables? ¿Podemos soportar que nuestra pareja por mucho que nos quiera pueda mantener pensamientos fantasiosos con otros seres humanos sean inventados, famosos o mortales reales y corrientes? La profesora de Psiquiatría Helen Kaplan (1929-1995), creía necesario que el miembro de la pareja con un problema sexual experimentara fantasías para incrementar su deseo o excitación, sea esta cual sea,  puesto que trabajar desde la fantasía promueve que la persona piense en sí misma y en lo que le gusta, tenga o no pareja. Esta puede partir tanto de la imaginación como de literatura erótica o incluso de películas pornográficas y el otro miembro de la pareja no ha de sentirse molesto o inquieto, más bien para que el tratamiento tenga éxito, debe ser respetuoso y apoyar a su pareja. En más de una ocasión Kaplan utilizaba, entre sus recetas de tratamiento, el uso de la fantasía: “Dar –permiso- al paciente para que explore fantasías o actividades eróticas que hasta entonces había evitado, y disfrute de ellas[2]. Por lo que las fantasías se convierten en una parte más, normalizada de la relación de pareja con la que se consigue volver a una situación placentera y agradable para ambos, puesto que ayuda a eliminar el problema sexual que hacia sufrir a la relación (teniendo en cuenta que el tratamiento no suele ser solo el uso de la fantasía, ya que pueden  hacer falta otras pautas).

En definitiva, los seres humanos debemos aprender a vivir en paz con nuestras fantasías y respetar las fantasías de nuestra pareja, ya que la imaginación es uno de los elementos claves por los que los seres humanos exploran y esta, en el mundo erótico, es una fuente de placer inagotable.



[1] Datos hallados en: Kahr, B. (2010). Sexo y fantasías. La investigación más completa y reveladora sobre nuestro mundo sexual interior. Ediciones Martínez Roca: Madrid.
[2] Datos hallados en: Kaplan, H. (2010). Manual ilustrado de terapia sexual. La solución a los trastornos sexuales más comunes. Debolsillo: Barcelona.

viernes, 8 de marzo de 2013

Retazos de una historia que se repite, del hombre que quiso salvar a la melancólica mujer perdida ambivalente.

En el suelo, con cara sonriente pero con el muro partido, sin pestañear pero con los ojos de su interior completamente cerrados, con ganas de abrazar, pero corriendo por si el fuego quemara más de lo que pudiera soportar, amigable pero mostrando los dientes como un macaco asustado, y ese hecho despierta mi alarma, me activa y tengo que ir al rescate, porque sé que nací para dejar de verte sufrir y salir lanzado, vapuleado por tu inminente nueva y mejorada salud infinita, pero recaes y vuelves a mí; no lo sabes pero no me venden en farmacias, esta droga es un menjunje con sabor a ser humano tierno, bromista y carismático, una pastillita más y creo que ya podremos dejar de vernos por siempre, aunque mi mente te visite de vez en cuando, como a tantas otras chicas insanas que sanaron a mi lado o que al menos creyeron que sus alas ya estaban listas de nuevo para volar, pero ninguna de ellas sigue sana o quizás sí, o todos mienten y yo pierdo como casi siempre, pero alegre, como ignorante y satisfecho de seguir viviendo en camas ajenas mientras dura la resaca de esta vida que parece injusta pero que realmente lo es. Nada cambia por más canas que puedan salir de mi mentón, todos esos ojos que nunca me pertenecieron han quedado guardados en tarritos de aceitunas, son para mí como reliquias de caza de seres extinguidos, algo prohibido, pues ya no se pueden tocar, y los baño con espurios suspiros que hacia nadie van ya, tanta energía derrochada, que a veces pierdo el sentido de lo que estoy haciendo, pues cuanto más cuerda te vuelves, más lejos caminas y menos tiempo tienes para mí. Quédate insana pide mi cuerpo egoísta, no mejores, no camines, no nada, ni siquiera pienses porque si lo haces te darás cuenta de que hasta los callejones más estrechos, están hechos del mismo material que las grandes avenidas libres, de ilusiones de libertad. Pero tengo que sanarte, pues sino estuvieras enferma no me atraerías, serias invisible para mí, como el dinosaurio que solo ve a los demás si se mueven, yo solo puedo intuir a aquellos seres que están débiles, pues un tranvía los arroyó, lo demás no existe, ni existirán en mi mente, no está, no hay nada, solo el olor de la melancolía que me atrae como el lobo a la presa. Por ello todo es en sí mismo una locura, pues te quiero loca para sanarte y cuando sanes no podre mirarte igual, ni tú a mí, esa es la injusta ironía de mis elecciones y así todo el tiempo, en rubio, en moreno, en delgado, en efímero, en obsceno, en sado, en masoquista, en inteligente, en tímida, da igual, una detrás de otra insana que sana a mi pesar y a tenor de mi ayuda esquiva. Porque al final quiero que seas feliz y libre.

DELIRIOS Y LOCURA

DELIRIOS Y LOCURA

Delirios y otros problemas

Bienllegados a la pagina donde todos vuestros delirios serán recompensados con miradas de incomprensión y rechazo amable.
Nos movemos incesantemente por sendas incautas, ataques de locura anonimos y vulgaridades encendidas por el alcohol de cualquier cantina.
No vengo a vender nada de valor ni a regalar una sonrisa verdadera, vengo para quedarme sentado mientras tu disfrutas de la ignorancia de los demás.
Vengo para quedarme sentado entre tus historias de a media tarde, para escucharlas, leerlas y enmudecer al ver que todos somos tan parecidos, tan complejamente simples.....
Me siento y te escucho. Sientate y escuchate. Sentemonos a escucharnos.Escuchame si puedes.