miércoles, 28 de noviembre de 2012

El ajuste Psicológico: Amar y Trabajar.

En una entrevista realizada a S. Freud, poco antes de morir,  se le preguntó por las variables esenciales para llegar a ser una persona madura y con buena salud psicológica, a lo que en contra de todo pronóstico, esperando una larga parrafada, contestó escuetamente: “Amar y trabajar”.

La pista real de esta respuesta es la referencia que hace de ella Erik Erikson, pues indicó que la había escuchado en Viena atribuida a Sigmund Freud, pero sin poder remitirla a ningún lugar concreto de entre sus obras.

 Antes de continuar vamos a definir el concepto de ajuste psicológico. Por ajuste psicológico podemos entender al proceso por el cual el ser humano se enfrenta de forma adecuada a la vida cotidiana, manteniendo un equilibrio emocional, mental y físico y se asocia al uso de estrategias de afrontamiento que le permiten mantener un rendimiento psicológico adecuado, equilibrando las necesidades internas con las exigencias ambientales. La persona que posee un ajuste psicológico se adapta mejor al medio ambiente en el que habita, no se deja afectar por los cambios y tiene una relación sana consigo mismo y con el exterior.

Para el profesor de psicología en la Universidad de Deusto, Enrique Pallarés Molins, con respecto al ajuste psicológico y en relación a la concisa pero directa respuesta de Freud, nos dice: “estar centrado y satisfecho en la vida de pareja y en la vida profesional resulta clave para el ajuste psicológico y para la salud mental del ser humano”. Parece que tanto amar como trabajar son esenciales para que las personas se mantengan en un estado equilibrado de salud psicológica y física, mantenemos nuestra mente ocupada en asuntos que hacen que olvidemos e incluso superemos otros problemas de la vida cotidiana, traumas y asuntos personales difíciles.

Por su lado, el trabajo se ha convertido en una herramienta básica para perfilar nuestra personalidad y promover la satisfacción personal, recordemos que en siglos pasados la gente se esforzaba por no tener que trabajar, pero hoy como comenta José Luis Trechera Herreros, Profesor de Psicología del Trabajo en ETEA , Córdoba: “ el trabajo ha dejado de concebirse como un lastre y una carga - “ganarás el pan con el sudor de tu frente” -, para vivirse como un cierto castigo el no poder acceder a él, con todos los problemas sociales y personales que conllevan las situaciones de inestabilidad o paro”. Hoy en día el infeliz o desajustado psicológicamente es la persona que no consigue obtener un puesto de trabajo y no como en antaño el que trabajaba. Las personas ahora desean ser agentes activos a largo plazo, quieren mantener una carrera profesional que les aporte satisfacción y plenitud, por lo que el trabajo es una de las herramientas básicas para alcanzar la felicidad, una personalidad madura y un ajuste psicológico que promueve la salud y el bienestar.

Y el amor es la otra gran pieza del puzle, la pieza que nos mueve, el motor que impulsa miles de actos, el gran responsable de que nos volvamos filántropos, el elemento que nos ayuda a explorar el ambiente de forma segura, así el amor y el trabajo pueden estar representadas por este elemento común: la exploración del entorno. El niño que mantiene un vinculo afectivo seguro con la madre, donde este recibe amor de forma adecuada, favorece que el pequeño desee explorar el entorno; se establece un equilibrio entre el amor o vinculo de la madre y la exploración del ambiente, por lo que el niño se siente lo suficientemente seguro y feliz para salir a jugar, investigar y alejarse de la madre de forma sana y equilibrada.

Cuando trabajamos, también exploramos el entorno, podemos salir atemorizados, con miedos o por el contrario con ganas de averiguar que hay ahí fuera que puede resultarnos placentero, por ello tanto el amor como el trabajo son dos fuerzas indispensables que nos ayudan a madurar, a entendernos mejor a nosotros mismos y nos aporta las ganas de salir a investigar el exterior; cuando tenemos a alguien que nos quiere a nuestro lado, salir a trabajar parece un asunto menos costoso, vamos con más ganas a todas partes, puesto que es un soporte vital para explorar el ambiente y  como afirma  Pallarés: “el adulto mentalmente sano es el que sabe armonizar la vida profesional con la relación de pareja y de familia; lo cual no siempre resulta fácil”. Mantener en equilibrio ambas facetas de la vida, es el camino seguro hacia el ajuste psicológico y el bienestar personal.

Bibliografía:

Pallares, E. (2012). Psicología del amor. Para comprender mejor esta fortaleza humana. Bilbao: Mensajero.
Trechera,  J.L: "Como gota de agua": la psicología aplicada a las organizaciones. Disponible en: http://www.psicologia-online.com/articulos/2005/organizaciones.shtml

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Despacito va cayendo

Despacito va cayendo la niebla sobre mi asfalto, despacito pero continuado como si no tuviera freno, como si al caer pudiera solucionar el que tan solo nos quedan unas pocas miradas más de calor, comprometidas, intimas, verdaderas y cómplices.

No sabes porque las nubes ya no te saben a nada, quizás porque estuviste engañada y ahora te engañas de otra manera para al final no saber quién eres, ni quién soy yo, ni quiénes somos juntos, antes abrazados, ahora con las manos en los bolsillos sin poder explicar nada en absoluto.

Y nos queda el tiempo, pero nos mata, cada minuto es un martillo pesado en nuestro frágil esqueleto, y si las lagrimas dieran frutos ahora tendríamos un huerto tan grande que podríamos vivir alimentados por siglos.

Y poco a poco la lejanía está más cerca, de la claridad hemos pasado a una sucia capa borrosa de sentimientos difusos, y te busco levemente, cada vez con menos fuerza, porque si te busco con ganas tengo miedo a tu rechazo, a tus lágrimas impotentes, a tus confusas ganas de besarme y alejarte. Quiero dejarte tranquila pero a la vez deseo saber si ha cambiado en algo tu último estado, tu último pensamiento, tu ultimo tú o al menos el tú que yo recordaba.

Y a veces hablamos como si nada, pero cuando volvemos a estar juntos recaemos en el abismo de las indecisiones. Por ello me vuelvo loco, porque cada vez que te acercas tengo miedo de que me cuentes que ya no eres tú la que habla por esa boca, y me aterra que decidas algo que solo tú quieres hacer, sin marcha atrás, sin esperanza, sin contemplaciones, por eso cada vez que me acerco a ti, muero un poquito por dentro, porque despacito va cayendo el peso del adiós.

viernes, 16 de noviembre de 2012

La actividad física y el sexo. Posibles causas del sadismo y el masoquismo.

La idea principal a desarrollar es la siguiente: La agresividad y el contacto físico en juegos o actividades deportivas en edades tempranas puede suscitar las primeras sensaciones de excitación sexual. Hecho que de adultos puede llevar a la persona a tener instintos sádicos, pues alberga en su inconsciente una sensación de excitabilidad sexual ante la agresividad, la lucha y los deportes de contacto.

Sigmund Freud (1856-1939)
Freud en sus ensayos sobre la teoría sexual nos dice “muchos individuos nos han comunicado que los primeros signos de excitabilidad de sus genitales aparecieron durante un cuerpo a cuerpo con sus compañeros de juego, situación en la cual, además del esfuerzo muscular general, actúa el contacto de la piel del niño con la de su contrincante” y añade “En la producción de la excitación sexual por la actividad muscular se hallará quizás una de las raíces del instinto sádico. Para muchos individuos la conexión entre la lucha y la excitación sexual codetermina la posterior orientación preferida de su instinto sexual”.

Puede que las primeras situaciones de agresividad, lucha y actividad física produjeran una excitación sexual de corte inconsciente o incluso consciente, hecho que quedará fijado a modo de condicionamiento en la época adulta y cuando esta persona es sometida por su objeto sexual de forma agresiva, puede sentirse excitada, el llamado masoquismo[1], o a la hora de someter al otro, el conocido sadismo[2]. Por lo que de adulto una persona que se sintió excitada de pequeña ante la lucha o el cuerpo a cuerpo (por ejemplo una persona que desde niño practicaba algún tipo de lucha como Karate o Judo) puede que albergue en él ideas masoquistas o sádicas en cuanto a la excitación sexual. Y como el mismo Freud afirma, toda persona sádica puede hospedar en sí una parte masoquista, donde necesite recibir daño físico y a la vez proporcionar dolor en el otro para conseguir una excitación sexual enérgica.

Pero no necesariamente toda persona que en la niñez se sintió excitado por el contacto físico agresivo, de adulto deba albergar ideas eróticas masoquistas o sádicas, pues otras variables pueden estar en juego para inhibir o estimular esta conducta, como por ejemplo una predisposición genética hacia estas tendencias o por otro lado, sentimientos de culpa surgidos en la infancia por una educación familiar que incitaba al menosprecio del menor, tanto cuando hacia las cosas mal como cuando las hacia bien, este menosprecio continuado, puede promover en el menor un sentimiento de culpa que de adulto desea solventar pidiendo o consintiendo ser agredido para alcanzar una excitabilidad sexual máxima, puesto que es una manera de acallar su sentimiento de culpa a través del castigo que a la misma vez provoca redención y excitación. O mantener una conducta sádica, asestando daño al objeto sexual para sentir el placer de la excitación, pues puede redimirse de su pasado perturbado infringiendo un daño en el otro y satisfaciendo así su necesidad de culpar a los demás y sentir a la vez satisfacción sexual.

Estas son posibles causas del sadismo y el masoquismo en la edad adulta, provenientes de las primeras experiencias de la infancia, pues estas marcan al niño y transforman al adulto.  Por último, no debemos considerar estas conductas como perturbaciones, si son ocasionales y están dentro del juego amoroso de la pareja y no dañan realmente a nadie, puesto que la sumisión y la dominación son dos fantasías sexuales comunes en hombres y mujeres. El trastorno surge cuando la única manera de alcanzar excitación sexual aparece con estas conductas perturbando las relaciones sanas sexuales/amorosas y además turbando negativamente a la persona que las padece puesto que en realidad desearía excitarse de otras muchas formas pero no puede.

Todo juego sexual incluso con toques perversos puede ser tolerado y sano mientras no se dañe la dignidad de ninguna de las personas que están participando.

Bibliografía:

Freud, S. (1983) El yo y el ello. Tres ensayos sobre teoría sexual y otros ensayos. Madrid: Ediciones Orbis
Datos sobre sadismo y masoquismo en Diccionario Psicológico, Proyecto Salón Hogar, disponible en: http://www.salonhogar.net/Diccionario/diccionario_psicologico_R_S.htm



[1] Masoquismo: Trastorno psicosexual en el que la excitación sexual se consigue a través del dolor físico o la humillación infringida y/o solicitada por un miembro de la pareja a otro.
[2] Sadismo: Trastorno psicosexual en el que el sujeto obtiene placer del acto de infringir dolor y humillación a otra persona para satisfacer sus deseos sexuales.

sábado, 3 de noviembre de 2012

La falta de toma de decisiones en la pareja. La abulia.

Vamos a entender como falta de toma de decisiones a la carencia de respuesta ante un suceso o pregunta, puesto que el individuo no sabe qué hacer o no le apetece pensar en ello. Podemos clasificar la falta de toma de decisiones en dos vertientes:

¨       Falta de toma de decisiones ante sucesos o acontecimientos importantes, como elegir un lugar donde vivir con la pareja, si casarse o permanecer como pareja de hecho, etc. Son decisiones importantes para la historia de vida del individuo y/o de la relación.

¨       Falta de toma de decisiones ante sucesos cotidianos de menor importancia, como decidir si se va al cine o a un restaurante, si se elige cine, qué tipo de película ver, si se va al restaurante a qué tipo de restaurante, etc. Son decisiones menores que aparecen de forma constante a lo largo del día, cotidianamente.

Toda relación de pareja está condicionada por ambos tipos de decisiones, el problema proviene cuando ninguno de los miembros de la pareja toma la voz cantante en ninguna decisión.

Si nos remitimos al pasado a la forma tradicional de relación entre hombres y mujeres, el varón se erigía como el miembro dominante, donde la toma de decisión la adoptaba unilateralmente él, en la mayoría de los casos, y cuanto más relevante era la decisión a tomar más levantaba la voz para hacerse imperar, mientras que la mujer permanecía en su rol de sumisión. El problema entonces venía de los sentimientos de impotencia, desvalorización y frustración de la mujer, puesto que quedaba relegada a un segundo plano, en decisiones que atañían a su futuro individual, como ser humano.

Gracias al avance de las sociedades modernas como la nuestra, la mujer ha adquirido una igualdad merecida pues ya puede tomar tanto decisiones cotidianas como ayudar, en las mismas condiciones, a su pareja a adoptar, entre ambos, decisiones de gran calado para la relación. Tanto el hombre como la mujer son libres para tomar decisiones.

El problema aparece a hora desde otra trinchera, el hombre ha empezado a relegar las pequeñas decisiones y a veces incluso las grandes en las mujeres, y estas no desean tomar el mando, sino que entre ambos se lleguen a acuerdos. Algunas féminas aun están en proceso de saberse con poder como para tomar decisiones, otras siguen prefiriendo que las pequeñas decisiones las sigan tomando los hombres, pues quieren sentirse sorprendidas por la capacidad de decisión de sus parejas, por ejemplo, que su cónyuge desee invitarla a lugares que pueden ser románticos o divertidos, no quieren que el hombre pierda su capacidad de sorprender a la mujer, tomando pequeñas decisiones sobre lugares de ocio a los que acudir, por ejemplo. Pero cuando nadie toma el control de estas pequeñas decisiones, comienza el problema, que puede distinguirse rápidamente cuando oímos y/o nos encontramos en medio de frases como estas:

-¿Dónde vamos hoy?
-Donde tú quieras, elige tú
-Me da igual, elige tú.
- Mejor tú.

Y así hasta un interminable sinfín de “túes”, que al final agotan a ambos miembros de la pareja y acaban optando por quedarse en casa sin hacer nada y encima enfadados y frustrados.

En algunas parejas este desequilibrio esta siendo un hecho y al final la monotonía de la no decisión puede comerse literalmente a la relación. Los hombres que han empezado a relegar las pequeñas tomas de decisiones en su pareja, deben tener en cuenta que a muchas mujeres aun les gusta que su maridos tome la iniciativa en estos apartados de la vida en común, no siempre, está claro, pero es mucho peor que lo releguen tan despiadadamente, pues las mujeres pueden tomarse esta sumisión como un desprecio hacia la relación y una falta de interés. La mujer también desea tomar pequeñas decisiones (quieren que sus parejas hagan cosas que ellas han propuesto), pero lo que no quieren es que el hombre deje de hacerlo.

Y cuando ninguno toma las pequeñas decisiones de manera crónica, la relación puede caer en un proceso abúlico. Rojas-Marcos (2010) define la abulia como “una excesiva dificultad para tomar decisiones”. Por su lado la Real Academia Española (RAE), define la abulia como la falta de voluntad o disminución notable de energía. La falta de interés domina en la relación amorosa, produciéndose una ausencia de respuesta emocional, nada apetece, pero tampoco disgusta, nada atrae pero tampoco repele y uno queda a expensas de lo que el otro desee hacer, de forma apática, sin fuerzas. Sí ambos miembros se muestran de esta manera podemos decir que la relación ha caído en un estado de abulia o abúlico, llamando a las puertas de la monotonía y la desidia, promoviendo que la relación se resienta gravemente incluso llegando al extremo de la muerte de esta.

Se torna por ello tan importante, como siempre la palabra: equilibrio. Está claro que no siempre nos va a apetecer decidir, incluso a veces a ningún miembro de la pareja se le ocurre nada por hacer y se siente algo abúlico, es normal, en toda relación que esto aparezca alguna vez y por ello no es el fin del mundo, el problema surge cuando esta falta de decisión se vuelve crónica e imperante. Por otro lado, no podemos tomar o querer tomar siempre las decisiones unilateralmente, ni las pequeñas ni por supuesto las importantes, debe de haber una compensación o mejor dicho una sensación de compensación, entre ambos miembros, es decir, ambos tienen que sentir que hay un equilibrio entre las cosas que desea hacer un miembro y las cosas que quiere hacer el otro (aunque no haya una compensación real, pero al menos si ha de ser percibida como tal).

En definitiva, debemos buscar el equilibrio entre la carencia de toma de decisiones y la toma continua de decisión por parte de un solo miembro de la pareja, para que la relación pueda fluir y no aparezca la monotonía, el desinterés, la frustración o la sensación de sentirse ninguneado.

Bibliografía

Definición de abulia disponible en: http://definicion.de/abulia/#ixzz2AtwdwRfq.
Rojas-Marcos, L. (2010). El sentimiento de culpa. Madrid: Punto de Lectura.

DELIRIOS Y LOCURA

DELIRIOS Y LOCURA

Delirios y otros problemas

Bienllegados a la pagina donde todos vuestros delirios serán recompensados con miradas de incomprensión y rechazo amable.
Nos movemos incesantemente por sendas incautas, ataques de locura anonimos y vulgaridades encendidas por el alcohol de cualquier cantina.
No vengo a vender nada de valor ni a regalar una sonrisa verdadera, vengo para quedarme sentado mientras tu disfrutas de la ignorancia de los demás.
Vengo para quedarme sentado entre tus historias de a media tarde, para escucharlas, leerlas y enmudecer al ver que todos somos tan parecidos, tan complejamente simples.....
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