miércoles, 24 de octubre de 2012

El sentimiento de culpa y los conflictos en las relaciones de pareja.

Podemos definir al sentimiento de culpa como una emoción no agradable que todos los seres humanos pueden experimentar y que sirve para guiar nuestra conducta, controlando nuestros impulsos, existiendo dos vertientes, el sentimiento de culpa real, que aparece ante un hecho objetivo o el sentimiento de culpa infundado, cuando la culpa no está justificada; el primer proceso se considera normal y el segundo puede llegar a ser patológico.

Por lo que nos encontramos ante dos tipos de sentimientos de culpa, reales o infundados:

¨       Sentimientos de culpa reales
Ante un hecho objetivo rechazable ética y moralmente una persona puede albergar un sentimiento de culpa normal, seguido de arrepentimiento. Hay una causa real que justifica que nos sintamos mal y culpables. A este tipo de culpa la psicóloga Laura Rojas-Marcos lo denomina: “La culpa real”. Para ella: “La culpa real se encuentra en nuestra conciencia de forma  que, cuando obramos mal, ésta nos indica qué hemos hecho  mal”. Este sentimiento sirve pues para hacernos rectificar sobre nuestro error, nos abre el camino hacia la empatía, pedimos perdón y nos redimimos. Cuando el sentimiento de culpa es real y somos capaces de pedir perdón por nuestro fallo al ser perdonados este sentimiento suele abandonarnos y entonces podemos volver a la normalidad, al equilibrio y la homeostasis interna.

¨       Sentimientos de culpa infundados.
Cuando no hay una causa objetiva ni real de nuestro sentimiento de culpa, este se denomina infundado. Para el escritor y colaborador de la página web Suite 101, Joan Montane Lozoya:hay personas que viven constantemente acompañadas de un sentimiento de culpa; un sentimiento limitador y autodestructivo que no obedece a ninguna causa concreta, o al menos a ninguna causa reconocible en primera instancia”. Este sentimiento de culpa castiga continuamente a la persona que lo padece, haciéndole caer en una más que probable depresión y angustia existencial. Por su parte Rojas-Marcos le da el nombre de “La culpa falsa” a este sentimiento infundado, para ella: “La culpa falsa está fundamentada en hechos de los que no  somos responsables, pero aun así nos otorgamos el sentimiento de culpa como si lo fuéramos. Nos culpamos de algo que  no nos corresponde”. Para esta autora hay dos orígenes más que plausibles para la aparición de esta culpa falsa, uno de ellos proviene de la infancia, al vivir el niño en un estado de represión y rigidez donde era castigado por infracciones leves e incluso inexistentes y por otro lado la percepción negativa de uno mismo, como indica: “No olvidemos que la autoestima se puede ver afectada de forma negativa cuando uno siente una falta de control sobre la propia vida al asumir responsabilidad por cosas de las que no se es responsable”.

Así pues parece que los seres humanos podemos albergar estos dos tipos de sentimientos de culpa, pero ¿Cuál puede ser el origen de tales sentimientos? La gran mayoría de expertos en esta materia, sitúa a la infancia como lugar clave donde pueden alojarse los primeros indicios de sentimientos de culpa que mantiene una persona sobre todo cuando estos son infundados. Si el niño convivía con familiares e incluso profesores con un carácter muy rígido que le hacían sentir culpable por toda conducta ya fuera esta apropiada o inapropiada, puede que al final este niño acabara sintiéndose culpable por todos sus actos a modo de indefensión aprendida (haga lo que haga soy culpable de lo que ocurre a mi alrededor). Para Montane Lozoya:Cuando se culpabiliza a un menor y no se fomenta su autoestima, se está transmitiendo un mensaje altamente negativo que, sin duda, va a repercutir en su etapa adulta”. Así pues parece que los aprendizajes y traumas surgidos en la edad temprana pueden repercutir en la vida adulta haciendo sentir culpable al individuo de todo lo que ocurre a su alrededor aunque él no sea participe de los hechos. Por ejemplo ante discusiones constantes o a causa de una persona maltratadora en el ambiente familiar, el niño puede sentirse culpable de las amenazas, castigos y violencia que este individuo ejerce adquiriendo el infante una culpa que no le pertenece.

Por lo que el ambiente puede condicionar a que una persona padezca sentimientos de culpa, pero también puede subyacer algún tipo de predisposición genética a este sentimiento, es decir esta predisposición al sentimiento de culpa puede activarse o no según las circunstancias que viva el sujeto, por ejemplo si vive en este tipo de familia intolerante, puede hacer que surja el sentimiento de culpa, en contraposición, otros individuos ante esta tipo de convivencia puede que nunca alberguen sentimientos de culpa infundados. Para Rojas-Marcos: “Algunos expertos la describen como el guardián de la conducta y la consideran una emoción universal e innata del ser humano. Otros  opinan que forma parte del aprendizaje y el desarrollo persona”. Desde nuestra perspectiva  tanto la genética como el ambiente son corresponsables de la aparición de este sentimiento infundado negativo, como bien indica la epigenética, definida esta por Goleman como: “el estudio del modo en que nuestras experiencias determinan el modo en que operan nuestros genes sin cambiar, por ello, ni un ápice la secuencia de ADN”.

Por otro lado hay un tipo de trastorno de personalidad, llamado trastorno de personalidad por dependencia que engloba a los sujetos temerosos, estos no toleran la soledad, ni el sentimiento de abandono,  tienen muy baja autoestima y presentan depresión y también, en el caso que nos ocupa sentimientos de culpa constantes.

La baja autoestima va unida al sentimiento de culpa, por lo que el sujeto tiene un miedo constante al abandono y al rechazo. Para Joan Montane: “Al no considerarse merecedor del amor termina por encerrarse cada vez más en sí mismo, culpabilizándose y buscando una liberación imposible a través de un perpetuo autorreproche, que no hace sino que aumentar la sensación de culpa y desvalorización”.

Por otro lado hay personas que se han asentado en un estilo de vida donde la culpa les domina, esta se ha convertido en su forma de vida, para Rojas-Marcos son personas: “que crecieron en un entorno donde  la culpa prevalecía por encima de todo y aprendieron que el  bienestar de los demás es más importante que el de uno mismo sienten un profundo sentimiento de culpa en el momento en el que se ven felices y agraciadas. En estos casos la culpa  es como una red que las atrapa y las priva de todo sentimiento de felicidad. Hay infinitas razones por las que a veces nos  sentimos culpables”

En definitiva tanto la baja autoestima, los sucesos de la infancia y el entorno y la predisposición genética a padecer un semiento de culpa infundado son los elementos más plausibles que condicionan a un sujeto a sufrir este sentimiento negativo.

Las consecuencias funestas de esta culpa son un sentimiento de inferioridad, incapacitando al sujeto a mantener cualquier tipo de criterio objetivo. El sentimiento de culpa puede llegar a ser incluso patológico, pues como afirma Montane: “La ausencia de una correcta autovaloración, junto a la incapacidad asertiva necesaria para afrontar esas situaciones del modo más apropiado, puede inducir a la persona a creerse realmente que merece lo que le está ocurriendo”. El sujeto queda desprovisto de toda racionalidad, no puede afrontar los hechos de la manera correcta y adaptada con lo que puede caer en una gran depresión y con sentimientos de ineficacia. Al final el sujeto acaba padeciendo problemas físicos y emocionales.

Por otro lado, los expertos establecen otros dos tipos de sentimientos de culpa (a los ya vistos: reales o infundados), estos son:

¨       Sentirse culpable de todo lo que ocurre a su alrededor
¨       Echar la culpa a los demás de todos los males del individuo.

Y estas dos manifestaciones tienen relación directa con el locus de control y los estilos atribucionales.

Por locus de control entendemos el grado en el que los resultados de los acontecimientos vividos son debidos a causas internas, el sujeto cree que es su propio comportamiento es el que provoca el suceso, o externas, es el azar o los demás los que provocan los hechos. Por ello se establecen dos tipos de locus de control: interno y externo.

El locus de control interno se caracteriza porque el sujeto percibe que los eventos ocurren principalmente como consecuencia de sus propias acciones. El sujeto se cree responsable de sus actos.

El locus de control externo se manifiesta cuando la persona percibe que los hechos ocurren como resultado del azar, la suerte o a causa de los comportamientos de los demás. La persona que posee este tipo de locus de control, cree que su desempeño no es influyente en los resultados de los hechos, por lo que atribuye los meritos y responsabilidades a los demás.

Por lo que podemos encontrar dos tipos de estilos de atribuciones sobre los hechos acontecidos:

¨       Estilo explicativo negativo, pesimista o insidioso de Seligman: donde el sujeto explica las circunstancias negativas debidas a causas internas, estables y globales. Provocando un sentimiento de culpa hacia sí mismo, pues cree que es el culpable de todo lo que ocurre a su alrededor, sin tener en cuenta otros factores plausibles como el azar. Este es el tipo de personas que mantendrá un sentimiento de culpa que puede provocar incluso estados depresivos, como indican y descubrieron Pilar Sanjuán y Alejandro Magallares miembros de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED): “la persona que explicó su fracaso debido a su torpeza, se sentirá más desanimada o incluso triste que la que consideró que el problema se debía a la mala suerte”.

¨       Estilo explicativo autoensalzante o positivo: explicación de los sucesos negativos debido a causas externas, inestables y específicas. Cuando algo sale bien este tipo de persona se atribuye a si mismo los logros, pero si sale mal, lo atribuye a causas externas, los demás son los que fallan y el sujeto nunca tiene la culpa. Este tipo de personas echa la culpa a los demás de todos los males acontecidos. Al individuo le sirve para proteger su autoestima, pero a cambio puede alejarse de la realidad, siendo un proceso muy poco adaptativo, pues la persona nunca se responsabiliza de sus actos y no puede crecer y aprender.

Las personas que sufren de sentimientos de culpa poseen un estilo atribucional negativo, pues creen que todo lo que hacen mal es culpa tan solo de ellos y todo lo bueno que les ocurre es debido al azar. Cambiar este estilo atribucional es básico para adaptar a estas personas a la realidad y transformar su estado negativo en uno positivo y saludable.

Por otro lado, ciertas personas pueden albergar sentimientos de culpa inconscientes a los que no pueden atribuir causa concreta como afirma Freud: “En muchos criminales, sobre todo en los jóvenes, hemos descubierto un intenso sentimiento de culpabilidad, que existía ya antes de la comisión del delirio, y no era, por tanto, una consecuencia del mismo, sino su motivo, como si para el sujeto hubiera constituido un alivio poder enlazar dicho sentimiento inconsciente de culpabilidad con algo real y actual”. Por lo que una persona que posee un sentimiento de culpa no especificado, pues no sabe la causa real de este, puede buscar argumentos externos que justifiquen tal estado mental, por ejemplo pensemos en una relación de pareja, uno de los miembros de esta, puede tener sentimientos de culpa sin causa aparente y para dar sentido a estos sentimientos, puede acometer alguna infracción contra su amado para justificar tal culpabilidad, por ejemplo enfadarse con él, buscar alguna pelea absurda o incluso serle infiel.

Así pues ¿qué correspondencia podemos encontrar entre los sentimientos de culpa y los conflictos en las relaciones de pareja?

En primer lugar, cualquier discusión que surja en una relación de pareja, en la cual haya un miembro que posea ciertas tendencias al sentimiento de culpa negativo e infundado, atraerá así toda la responsabilidad de dicha discusión creyendo que es él, el culpable absoluto del conflicto, promoviéndose a sí mismo un estado físico y psicológico insano y perturbado, con problemas psicosomáticos, depresión y angustia crónica. Y ninguna relación que se precie como sana puede provocar estos síntomas en uno o en ambos miembros de la pareja. Al final el estado de la relación se resentirá y es más que probable que esta sucumba. Por ello es importante acudir a un especialista cuando uno de los miembros carga con toda la responsabilidad de cada discusión, ya que se hace responsable en gran medida por su tendencia al sentimiento de auto-culpabilidad que alberga.

En segundo lugar y como proponía Freud, a veces este sentimiento de culpa puede estar oculto de forma inconsciente, provocando que la persona que lo aloja no sepa que le pasa y para dar sentido a su estado puede cometer ciertas imprudencias en cuanto a su relación de pareja, siendo por ejemplo infiel, provocando discusiones y/o diversos altercados que minan la relación de forma traumáticamente perjudicial, con la finalidad de dar sentido a su sentimiento de culpa inespecífico.

En definitiva los sentimientos de culpa infundados o injustificados (ya que la culpa no es enteramente suya) pueden repercutir negativamente en el matrimonio o la relación de pareja, cargando uno de los miembros con toda la responsabilidad ante cualquier discusión o promoviendo altercados para dar sentido a estos sentimientos de culpa inconscientes. Por lo que debemos de tratar estos sentimientos de forma profesional si comprobamos que nuestra relación se está resintiendo de sobremanera.

Bibliografía:



Estilos explicativos y estrategias de afronatmiento, disponible en: http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/1806/180613874006.pdf,

Estilo atribucional negativo, depresión y salud de Pilar Sanjuán y Alejandro Magallanes, disponible en http://www.infocop.es/view_article.asp?id=1296

Rojas-Marcos, L. (2010). El sentimiento de culpa. Punto de Lectura.

Freud, S. (1983). El yo y el ello. Barcelona: Ediciones Orbis.

Goleman, D. (2006). Inteligencia social. Barcelona: Kairós.

sábado, 20 de octubre de 2012

La reactancia, la intención paradójica, la psicología inversa y el efecto boomerang en las relaciones amorosas.

Tanto la reactancia como la intención paradójica, el efecto boomerang y la psicología inversa pueden utilizarse en la mayoría de casos como término sinónimos, pero vamos a ver en que consisten cada uno de estos términos por separado y como pueden afectar a las relaciones de pareja.

  •  La reactancia: podemos entender la reactancia como una reacción emocional que se manifiesta cuando sentimos que nos están coartando nuestra libertad de expresión o de conducta y por ello decidimos actuar en contra de las reglas o normas que se nos están imponiendo, por lo que cuando nos piden u obligan que hagamos algo que no encaja con nuestros esquemas mentales, nos negamos y acabamos realizando conductas contrarias, piense en el adolescente que se le prohíbe fumar y este acaba fumando más de lo que realmente cavilaba en un principio. Cuando nos sentimos presionados por alguien  que nos incita a pensar o actuar de cierta manera que no compartimos, aparece la reactancia, haciendo incluso que la persona adopte y endurezca un punto de vista o actitud contraria a la intencionada e impuesta, cuanto más coartamos la libertad a nuestra pareja, más deseará ella hacer uso de esta. Otro ejemplo lo encontramos, en la atracción, puesto que cuanto más difícil nos lo pone una persona más interesados en ella podemos acabar, pues se nos está negando su acercamiento y entonces más cerca, por el efecto de reactancia, queremos estar. El uso de la psicología inversa, conlleva tener en cuenta esta reacción emocional de reactancia, así pues lo que hace el sujeto es influir en el otro al expresar lo contrario de lo que desea obtener, si queremos que nuestra pareja se quede en casa con nosotros, le diremos muy amablemente que salga y quizás esta se sienta culpable y acabe quedándose en el hogar a nuestro lado, por la razón de que ella se siente libre de elegir si desea marcharse o quedarse, pues si le imponemos que se quede con nosotros coartamos su libertad y esta para sentirse bien, responsable de sus propios actos y sentir que maneja su propia conducta, querrá salir a la calle y además saldrá con más ganas de las iniciales, por el hecho de proteger su dignidad, libertad de expresión y actuación. En definitiva la reactancia surge como una respuesta a la amenaza de la libertad de conducta, pues se produce un miedo a perder las propias libertades, con lo que el sujeto actúa motivado para recuperar esta libertad de opinión, pensamiento y actuación. Hay cuatro elementos necesarios para que se produzca la conducta de reactancia y que promueven la aparición de la psicología inversa:

1.      La libertad percibida: la libertad que siente la persona para actuar y pensar.
2.      Amenaza a la libertad: otra persona obliga a pensar o a actuar de forma contraria a la deseada.
3.      Reactancia: reacción emocional ante la pérdida de libertad.
4.      Restablecimiento de la libertad: conductas a favor de defender el propio criterio y proteger la sensación de libertad.

Así pues, si coartamos la libertad de nuestra pareja, ya que lo que queremos es que ella haga lo que nosotros deseamos, esta actuará en la mayoría de casos de forma contraria, para salvaguardar su libertad, acentuando aun más esta conducta opuesta a la que imponíamos. Por lo que imponer nuestro criterio suele resultar completamente contraproducente. Las personas desean realizar actos que provienen de la decisión de su libertad individual.
Milton H. Erickson
  •     La intención paradójica: es un método que se utiliza para cambiar las conductas de los demás, siendo eficaz sobre todo si se aplica a edades tempranas del desarrollo. Los principios teóricos provienen del psiquiatra e hipnoterapeuta estadounidense Milton H. Erickson (1901-1980) y del neurólogo y psiquiatra austriaco fundador de la logoterapia, Viktor Frankl (1905-1997) a través la utilización de las técnicas conocidas como Terapia breve. El uso del término “paradójica” tiene su razón de ser, puesto que lo que se le pide al sujeto es que haga justamente la acción que es objeto de malestar, es decir si el problema del individuo es que se muerde las uñas, le pediremos que realice está conducta durante más tiempo del que solía hacerlo. El funcionamiento de esta técnica se basa en la reducción de la ansiedad anticipatoria, piense en una persona que padece insomnio, esta sufre cada vez que se acuesta en la cama, puesto que anticipa que pasará otra noche en blanco y que al día siguiente estará muy cansado para ir a trabajar, por lo que la ansiedad anticipatoria sobre los pensamientos negativos al ir a dormir, se disparan promoviendo que la persona continúe con su insomnio, si le prescribimos que lo que tiene que hacer es quedarse despierto durante más tiempo, esta ansiedad anticipatoria desaparece, pues ahora esta conducta ha sido impuesta por el terapeuta, por lo que la causa se vuelve externa al paciente y no es él el que está provocando el estado de insomnio, así eliminamos esta ansiedad anticipatoria, con lo que el sujeto acaba conciliando el sueño; el sentirse liberado, mejora su estado. Lo que se modifica son los sistemas cognitivos que la persona mantenía y que se reforzaban por la ansiedad anticipatoria, al controlar y neutralizar esta última, el paciente mejora. En cuanto a las relaciones amorosas, si deseamos que nuestra pareja modifique alguna conducta, a veces lo mejor es que repita esta conducta de forma reiterada, por ejemplo si deseamos que sea más cariñosa, ya que se muestra fría constantemente, quizás si dejamos de pedirle que nos de mimos y le decimos que ya o necesitamos sus caricias, esta empiece a dárnoslas, pues pierde el estado de ansiedad anticipatoria, puesto que  quizás al imponerle que nos de mimos, esta se estresa promoviendo un mayor alejamiento, pero si dejamos de pedirle acercamientos dulces, esta pueda actuar libremente y darnos lo que solicitamos, sin pedirlo.


  •      Piscología inversa: la psicología inversa emplea los dos términos anteriores con la finalidad de conseguir lo que queremos del otro, pidiéndole que haga lo contrario a lo que deseamos. Si queremos que el individuo realice una conducta A, le pediremos que haga la B, entonces este preferirá realizar la conducta A, y así conseguiremos lo que nos proponíamos. Es decir, si queremos que una persona vaya a un sitio determinado, le diremos que no vaya por nada del mundo, entonces esta sentirá la necesidad de ir, y al final habremos conseguido lo que nos proponíamos. Para que el uso de la psicología inversa se realice con éxito es muy importante conocer bien al individuo, pues así sabremos cómo va a reaccionar si le negamos que haga algo, para que realmente lo lleve a cabo. Un ejemplo didáctico, puede ser cuando queremos que un niño lea mas y no vea tanto la televisión, entonces le diremos que si ve la televisión una hora podrá leer dos páginas del libro, haciéndole creer que el premio está en verdad en el libro y no en la televisión,  cuando el niño lleva una hora viendo la televisión, le decimos “muy bien ya has estado una hora delante de la TV, ahora ya puedes leer dos páginas del libro, pero solo dos”, una vez que lee las dos páginas retiramos el libro y le volvemos a dar la consigna inicial, así el niño acabará atento a las horas que pasa delante de la tele y deseará ansiosamente coger el libro para leer. En las relaciones de pareja, si deseamos modificar la conducta de nuestro cónyuge, podemos decirle que haga lo contrario a lo que deseamos, por ejemplo si queremos que nos preste más atención, le diremos que pase de nosotros, en ese momento nuestra pareja puede sentir deseos de estar a nuestro lado, a veces no hay nada mas incentivador que la prohibición. En ocasiones necesitamos alejarnos de nuestro amado en una fiesta por ejemplo, pero nada más verle con otra persona atractiva, esta visión puede acentuar nuestras ganas de tenerlo cerca, no jugamos con nuestro juguete hasta que a alguien le apetece jugar con él, entonces vuelven nuestras ganas de estar cerca del juguete.  Por último debemos decir, que no a todo el mundo le afecta la psicología inversa, en ciertas personas esta técnica no suele funcionar, por lo que lo importante a la hora de llevarla a cabo es conocer en profundidad al otro para saber si caerá en la trampa o por el contrario, no se verá afectado de ninguna manera.
Un ejemplo gracioso de como funciona la psicología inversa.


  1. ¨       Efecto Boomerang: este efecto también viene a demostrar que cuanto más se prohíbe más se realiza la conducta a prohibir. Se le denomina efecto boomerang en psicología social, a  la circunstancia que ocurre cuando deseamos persuadir a alguien para que realice cierta conducta, promoviendo al final el efecto contrario al esperado, e incluso incentivando la aparición acrecentada de la respuesta que no se desea.  Por otro lado este efecto también se basa en la idea de que toda causa tiene su efecto, todo efecto tiene su causa”. Si pensamos negativamente sobre la vida, esta nos devuelve situaciones negativas, si nos portamos mal con alguien, es muy probable que esta persona se  porte mal con nosotros, por lo que si cambiamos las causas, cambiaremos los efectos, si dejamos de ser negativos y pasamos a ser positivos, la vida nos devolverá esta positividad de una u otra manera, con lo que el efecto boomerang está influido por la  profecía autocumplidaes decir por ejemplo, si pensamos que alguien nos mira  negativamente y creemos que le caemos  mal, nos comportaremos de cierto modo negativo con esta persona incentivando y provocando que al final nos mire mal de verdad (con el pensamiento erróneo y típico de:”lo sabía, tenía razón, me miraba mal”), cuando en un principio, realmente nos miraba de manera neutral, pero hemos provocado que se cumpla nuestra profecía inicialmente falsa, pero posteriormente verdadera, pues la hemos incitado nosotros. Una manera física de sentir el poder del efecto boomerang, es cuando nos disponemos a realizar una dieta alimenticia verdaderamente restrictiva, con lo que rápidamente adelgazamos, pero en cuanto la dejamos de lado, engordamos incluso el doble de lo que habíamos adelgazado y quedándonos más obesos que antes de empezar la dieta. Todo lo que hacemos se nos es devuelto y en la mayoría de casos, acrecentado; pretendemos que otra persona no fume y con nuestra actitud represiva promovemos  que acabe fumando el doble. En las relaciones de pareja podemos tener en cuenta este efecto en tres vertientes:

    1.      Si tratas a tu pareja de forma positiva, hay muchas probabilidades de que ella te devuelva este trato también de forma positiva y a la inversa, si tratamos mal a quien ámanos, es probable que esta persona también nos trate negativamente.

    2.      Si prohibimos realizar cualquier conducta a nuestra pareja, esta puede acabar realizando dicha conducta de manera acrecentada.

    3.      Si pensamos que nuestra pareja va a cometer actos innobles como sernos infieles por ejemplo, podemos provocar que al final ella nos sea infiel, por el efecto de profecía autocumplida, si desconfiamos del otro, puede que el otro acabe desconfiando de sí mismo y por el contrario si confiamos en el amado, este puede sentirse reforzado y nunca cometer una infidelidad o realizar cualquier acto indigno.

    En definitiva, todos estos elementos, nos vienen a avisar de que coartar la libertad del otro, en pro de que realice alguna conducta o mantenga un pensamiento que nosotros deseamos, puede tener una contrapartida inversa, provocando que el amado actué de manera incrementada y contraria a lo deseado. No podemos restringir las libertades de lo demás, pues se sentirán aprisionados y querrán hacer lo contrario de lo que se les prohíbe. Deja hacer libremente al otro, siempre que sus actuaciones no vayan en contra de los derechos individuales (nunca permitiremos que el otro nos maltrate, por ejemplo), puesto que al prohibir conseguiremos el efecto contrario al propuesto y nadie saldrá beneficiado.

    Datos hallados y disponibles en:
    Wikipedia
    Psicodiagnosis. es
    Nitecuento.es
    wikipediacriminologica.es

martes, 16 de octubre de 2012

El Efecto Forer y el enamoramiento.

El efecto Forer o también conocida o nombrada como la falacia de la validación personal, consiste en la aprobación y credibilidad que algunos individuos dan a las descripciones de personalidad que han sido realizadas para ellos concreta e individualmente, pero que en realidad solo son manifestaciones generales de tipos estándar de personalidad, lo suficientemente vagas e imprecisas que podrían atribuírsele a cualquier sujeto. Se produce cuando alguien cree conocernos y da una descripción de nosotros a la que creemos cierta, dejándonos incluso con la boca abierta y estupefactos, pero en realidad estas afirmaciones se basan en rasgos generales de personalidad que la gran mayoría de personas posee o cree que poseer. A las ciencias ocultas, la adivinación y las personas que leen cartas, se les atribuye o se les achaca que utilizan este efecto en beneficio propio, como una forma de engañar al cliente.

El estudio de este efecto proviene del psicólogo Bertram Forer R.  que en 1948, realizó una investigación utilizando como “conejillos de india” a sus alumnos. La investigación consistía en darles a cada uno de los estudiantes una descripción de su personalidad, basados en diversas pruebas y análisis, la tarea de los alumnos era puntuar el análisis de personalidad obtenido a través de una escala entre cero (muy mal análisis) a cinco (excelente análisis). Lo particular de esta investigación fue que  todos los alumnos recibieron el mismo análisis de personalidad, el cual decía lo siguiente:

“Tienes la necesidad de que otras personas te aprecien y admiren, y sin embargo eres crítico contigo mismo. Aunque tienes algunas debilidades en tu personalidad, generalmente eres capaz de compensarlas. Tienes una considerable capacidad sin usar que no has aprovechado. Disciplinado y controlado hacia afuera, tiendes a ser preocupado e inseguro por dentro. A veces tienes serias dudas sobre si has obrado bien o tomado las decisiones correctas. Prefieres una cierta cantidad de cambios y variedad y te sientes defraudado cuando te ves rodeado de restricciones y limitaciones. También estás orgulloso de ser un pensador independiente; y de no aceptar las afirmaciones de los otros sin pruebas suficientes. Pero encuentras poco sabio el ser muy franco en revelarte a los otros. A veces eres extrovertido, afable, y sociable, mientras que otras veces eres introvertido, precavido y reservado. Algunas de tus aspiraciones tienden a ser bastante irrealista[1]s”.

El promedio de respuesta de los alumnos fue de 4.25 (recuerde que el excelente se situaba en 5), por lo que la gran mayoría de los estudiantes creyó que las conclusiones se referían a él solo y que acertaban en gran parte. La conclusión que se sacó de la investigación fue que hay una serie de declaraciones sobre los demás que pueden aplicarse a cualquiera, unos rasgos comunes de personalidad que todos creemos poseer.

Las variables que tienen que darse para que los sujetos puntúen alto, en descripciones generales de personalidad como la que acabamos de ver, según Dickson y Kelly (Dickson, DH y W. Kelly. 1985. El efecto Barnum en la evaluación de la personalidad: una revisión de la literatura. Los informes psicológicos, 57:367-382)  son:

  • El individuo está convencido de que el análisis de personalidad es individual y solo va dirigido a él.
  • El individuo confía y cree en la profesionalidad y autoridad del evaluador. La persona puede apoyarse en la creencia de que si una persona importante o sabia en la materia afirma tal cosa, esta debe ser cierta.
  • El análisis de personalidad enumera más atributos positivos que negativos, pues de esta forma se reafirman nuestras ilusiones y esperanzas sobre lo que deseamos ser.
Parece que los seres humanos estamos predispuestos a escuchar una serie de atributos que damos como propios, pues necesitamos tener unas ciertas ideas sobre nosotros mismos que nos reconforten, dándole sentido a nuestras experiencias, anhelos y esperanzas. En definitiva, la gente tiende a aceptar afirmaciones a cerca de ellos mismos, si estas afirmaciones cumplen con el deseo de la persona de que sean ciertas. Y los demás pueden aprovechar estas necesidades para manipularnos.

En cuanto al enamoramiento y el efecto Forer, podemos decir que al principio de conocer a alguien, este puede manipularnos consciente o inconscientemente, realizando afirmaciones de cómo somos, haciendo que nos sintamos comprendidos, aceptados y dejándonos atónitos  por creer que el otro, en poco tiempo nos conoce mucho, pero en realidad lo que está usando es este efecto para conquistarnos o en el peor de los casos, manipularnos. Por ello no debemos dejarnos embaucar por personas que creen que nos conocen bien en tan solo un par de citas, pues quizás lo único que estén haciendo es un tipo de manipulación (que como decimos puede ser inconsciente, por lo que la persona lo usa pero no sabe muy bien la finalidad o consciente donde el sujeto sabe perfectamente que desea conseguir), usando rasgos generales de personalidad que creen ver en nosotros, pero ahora sabemos que estos rasgos son tan generales que pueden aplicarse a cualquier persona.

Está claro que para conocer a alguien, lo que más necesitamos es tiempo y dedicación, por lo que es recomendable que ponga en duda, estas afirmaciones que nos hace el otro si solo hemos concertado unas pocas citas.

jueves, 11 de octubre de 2012

El desamor ¿Qué es? ¿cómo y por qué nos afecta?

Agradezco a la Asociación Española de Psicología Clínica Cognitivo Conductual (AEPCCC) que quisieran poner un artículo mio en su Blog Oficial. Esta es la dirección donde se encuentra dicho artículo: lhttp://www.aepccc.es/blog/item/el-desamor-que-es-como-y-por-que-nos-afecta.html

DELIRIOS Y LOCURA

DELIRIOS Y LOCURA

Delirios y otros problemas

Bienllegados a la pagina donde todos vuestros delirios serán recompensados con miradas de incomprensión y rechazo amable.
Nos movemos incesantemente por sendas incautas, ataques de locura anonimos y vulgaridades encendidas por el alcohol de cualquier cantina.
No vengo a vender nada de valor ni a regalar una sonrisa verdadera, vengo para quedarme sentado mientras tu disfrutas de la ignorancia de los demás.
Vengo para quedarme sentado entre tus historias de a media tarde, para escucharlas, leerlas y enmudecer al ver que todos somos tan parecidos, tan complejamente simples.....
Me siento y te escucho. Sientate y escuchate. Sentemonos a escucharnos.Escuchame si puedes.